La popularidad de Obama se desploma
El presidente de EE UU cumple el miércoles un año de su segundo mandato entre severas críticas dentro y fuera del país
NUEVA YORK.Actualizado:Se acabaron los tiempos en los que Barack Obama podía contar con el peso moral de su popularidad y el apoyo de las bases para salvar el obstruccionismo de la oposición republicana. Por primera vez más estadounidenses evalúan negativamente su gestión, según la última encuesta de NBC/Wall Street Journal, en la que solo el 42% la aprueba, frente al 51% que la rechaza. Incluso su popularidad personal ha caído al 41%. Y un abrumador 45% tiene una imagen negativa del presidente que otrora fue una celebridad mundial, e incluso recibió el Premio Nobel de la Paz.
El cierre parcial de la Administración federal ha dejado en evidencia que las buenas intenciones del candidato de la esperanza de cambiar Washington y unir al país han sucumbido ante la realidad de la política de siempre. Obama no ha sido capaz de hacer nada distinto a sus predecesores en ese sentido. Por el contrario, la incapacidad para establecer un diálogo con una oposición más extremista que nunca, hizo que un 60% de los estadounidenses quisiera despedir a todo el Gobierno cuando éste no fue capaz de acordar un presupuesto para seguir financiándolo, según una encuesta del 'Wall Street Journal'.
Si ese golpe se puede atribuir a la oposición, el malestar que ha provocado la puesta en marcha de la reforma sanitaria es una herida autoinfligida. Obama no anticipó que la construcción del portal de internet en el que los estadounidenses tienen que registarse para obtener un seguro médico asequible era una tarea compleja con muchas posibilidades de estrellarse ante problemas técnicos. Un mes después de que se inaugurase con gran fanfarria, sigue sin funcionar como debería, hasta el punto de que ahora son sus propios correligionarios los que piden que posponga la obligatoriedad de contratar la póliza que se les escapa a muchos.
Si eso ha puesto en duda su competencia de gobierno, el hecho de que prometiese a todos los estadounidenses que podrían mantener sus antiguos seguros médicos ha puesto en tela de juicio su propia honestidad. Cientos de miles de estadounidenses están recibiendo cartas en las que sus seguros médicos anuncian la cancelación de sus pólizas por no cumplir los mínimos que impone la reforma sanitaria. En otras palabras, el presidente les mintió, aunque al final vayan a obtener mejores condiciones de las que tenían, probablemente a un precio más alto.
Su amenaza de atacar Siria fue otro jarro de agua fría para las bases de izquierda, que, como él mismo recordó, le habían elegido para acabar con dos guerras, no para iniciar otra. La intervención rusa salvó la partida, pero el daño de confianza ya estaba hecho.
Una confianza minada severamente desde que Edward Snowden reveló en mayo pasado que el mandatario no solo no acabó con los agresivos programas de espionaje implementados por el Gobierno de George W. Bush, sino que estos han seguido creciendo durante su mandato.
Relaciones «árticas»
El espionaje electrónico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), ha acabado también con el único consuelo que tenía Obama, su popularidad en el exterior. No solo se ha caído el mito a ojos del mundo, también ha perdido el capital político que había construido con líderes tan importantes como Angela Merkel. La canciller alemana le telefoneó personalmente para protestar por la intercepción de su móvil privado, entre otras escuchas que se llevan a cabo desde la propia embajada estadounidense en Berlín. «El espionaje entre amigos es simplemente inaceptable», zanjó Merkel.
No se sabe a ciencia cierta si lo que se ha acabado es el espionaje o la amistad, pero 'The New York Times' asegura que esta última se ha enfriado mucho, hasta un clima «ártico». Fuentes de la Casa Blanca contaron al rotativo que hasta hace poco las llamadas entre ambos líderes no estaban investidas del oficialismo habitual. Ambos hablaban directamente entre sí, sin necesidad de traductor. La mayor parte de los presidentes podrían conversar en inglés, pero prefieren evitar cualquier desliz expresándose en su idioma. Merkel y Obama se comunican en inglés e inician las conversaciones con una buena dosis de preguntas personales de cortesía, con las que reconectan donde lo dejaron la última ocasión.
El año pasado Obama le concedió la Medalla Presidencial de la Libertad y la agasajó con una cena de Estado, a la que invitó a James Taylor para que le cantase en la Rosaleda aquello de 'You got a friend' (Tienes un amigo). Eso no impidió que Obama la presionase para que invirtiese más en el rescate de Grecia y fortaleciese el euro. Ella se resistió, consciente de que la idea no era popular en su país, donde su prioridad era ganar la reelección.
Obama tendrá el año que viene varias oportunidades para recuperar la amistad perdida. La cumbre de Seguridad Nuclear en Holanda, la del G-8 en Rusia y la de la OTAN en Gran Bretaña le permitirán pasar más tiempo en Europa y codearse con los aliados que le miran con escepticismo.
En casa, sin embargo, habrá pocas ocasiones para hacer méritos, porque la oposición no piensa darle tregua. En ese contexto es fácil anticipar que los logros del segundo mandato de Obama, reelegido hace un año el próximo miércoles, pueden ya escribirse, si es que ha habido alguno.