Inquietudes postreras
Actualizado: GuardarParece que fue ayer pero eran otros tiempos. Nadie hablaba aún de crisis, ni de prima de riesgo, de ibex o de nikkei. Resultaba posible incluso soñar y así, en la otra punta de Cádiz, en las antípodas de la Viña, un grupo de idealistas nos empleábamos en reinventar la fisonomía urbana del lugar. Nos afanábamos por inyectar la bilirrubina de la vertebración comunitaria. Apostamos, conforme nos adentrábamos en el malparado Estado del Bienestar, por favorecer la conciencia de unos derechos que procurarían la recuperación de la otrora arrebatada dignidad humana. Resultaba básico conocer de dónde veníamos y hacia dónde deseábamos encauzar nuestros pasos, para reparar respecto al punto en que nos encontrábamos y definir los posibles caminos por recorrer. En el contexto de semejante trajín, promovimos la consideración y el respeto hacia quienes nos precedieron en el curso de la vida; recabamos sus intensas vivencias y reconocimos sus singulares trayectorias, lo que condujo a reinstalarles en el presente. A hacerles sentir útiles y valiosos. Para combatir el aislamiento y la soledad, creamos un punto de encuentro capaz de valorar habilidades y recuperar la seguridad en sí mismos. De facilitar su implicación en la búsqueda de alternativas a los problemas que como colectivo les afectaban. Nos hicimos eco de la denuncia del cura Chamizo sobre el cruel confinamiento al que se veían sometidos a causa de sus discapacidades y favorecimos la instalación de ascensores en cuantos edificios nos permitió la generosidad de sus ocupantes.
La inquietud transmitida nos empujó a sentarnos con Pérez Saldaña, consejero entonces de Asuntos Sociales y quien en vano prometiera la construcción de una residencia para impedir el destierro de muchos de nuestros mayores. El equipamiento, finalmente edificado por el Ayuntamiento y a la expectativa de una inminente apertura, permanece inútilmente blindado. Esperemos que a la postre la fórmula convenida sea capaz de responder a lo que ansían quienes carecen de recursos o sobreviven con míseras pensiones. De lo contrario, estériles habrán sido los desvelos del pasado y hueras las reivindicaciones que protagonizan algunos colectivos ciudadanos en la actualidad.