El diamante Sofía
La Reina cumple 75 años como el pilar más sólido de la monarquía en España y nexo de unión de los miembros de la Familia Real
MADRIDActualizado:Nació en Atenas tal día como hoy hace 75 años. Nació como heredera al trono helénico. Como primogénita de los reyes Pablo y Federica. Luego vino al mundo Irene y más tarde Constantino. Y como aquí, como en España, como en la Europa de décadas atrás, el principito desplazó a la princesa de la lista de sucesión por el simple hecho de ser varón. Su infancia tuvo luces y sombras. Por una lado, una vida sin aprietos en palacio, aunque sometida al rígido protocolo que allí imperaba, y más con una madre como la reina Federica; y por otro, una niñez de exilio a causa de la Segunda Guerra Mundial, en Egipto y África de Sur. Más tarde estudió en un internado en Alemania y, ya en Atenas, en plena juventud, se especializó en Puericultura, Música y Arqueología. Y con 23 años se casó con un príncipe. No podía ser de otra forma.
Dicen que donde se camina se tropieza y donde se tropieza se cae. De ahí que su madre, la reina Federica, organizara cruceros del amor, en los que convocaba a los jóvenes casaderos de las monarquías europeas para que entablaran amistad y algo más. Fue en una de esas travesías por las islas griegas cuando el joven Juanito y la bella Sofía cruzaron por primera vez miradas. Pero el flechazo, cuentan, llegó más tarde. Y el compromiso inmediato. Y la boda, de las de cuentos de hadas, con una ciudad, Atenas, entregada, y con presencia de todas las casas reales, no se hizo esperar. La unión de don Juan Carlos y doña Sofía no tiene, de hecho, comparación con ninguna otra de las monarquías europeas. Un príncipe heredero, aunque entonces España sufriera una dictadura, casándose con la primogénita de unos Reyes. Es Sofía, dígase de paso, la única consorte, junto a su cuñada Ana María de Grecia, que ostenta título desde la cuna.
Esposa, madre y abuela, doña Sofía se ha ganado a pulso el reconocimiento público que hoy tiene. Jamás, ni antes ni ahora, se la ha pillado en un renuncio. Su único escándalo, si puede calificarse así, fue el episodio que protagonizó tras el accidente de don Juan Carlos en Botsuana. Cuando el Rey se rompió la cadera en abril de 2012, doña Sofía se encontraba en Grecia con su hermano y decidió no acudir de inmediato como de ella se cabría esperar. Y cuando regresó y se presentó en el hospital, hizo lo que coloquialmente se llama una visita de médico. Vio que estaba bien y se fue a Palacio. Es el único golpe en la mesa, público, que ha dado la Reina. Su semblante, acorde siempre a las circunstancias que le ha tocado vivir, habla por sí solo. Es bastante transparente en este sentido. Se la ha visto emocionada en las bodas de sus hijos, sobre todo en la de don Felipe. También en los nacimientos de sus nietos. Se la ha visto llorar en funerales. Emocionarse en viajes solidarios.
En su día el Rey la describió como “una gran profesional”. Y lo es porque nació para ello. Su hijo la dibujó como “el espejo en el que tiene que reflejarse Letizia”. Y lo es porque su nuera no nació para ello. Sus hijas encuentran en ella el apoyo que han necesitado en los malos momentos. Primero fue doña Elena, con su cese temporal de la convivencia y posterior divorcio de Jaime de Marichalar. Y más tarde, doña Cristina, con la causa procesal que se le abrió a su marido y que ahora la amenaza a ella. También fue, dicen, el principal respaldo de don Felipe cuando decidió que quería casarse con una periodista divorciada. Doña Sofía siempre ha defendido la felicidad de sus hijos por encima de cuestiones de Estado. Aunque sin olvidar que la Familia Real está al servicio de España.
La imagen de la institución
En su 75 cumpleaños, que probablemente festeje en la intimidad y con ausencias, doña Sofía puede que no esté para demasiadas celebraciones. Tras la reinstauración de la monarquía, tras años labrándose el respeto del pueblo, en los últimos tiempos episodios como el de Botsuana o polémicas como las de los oscuros negocios de Urdangarin han hecho que la imagen de la monarquía cayera enteros. Eso sí, ella se libra de la quema. También su heredero. Pero ella, además, es hoy el nexo de unión de una familia que no está para fiestas y a la que cada día resulta más difícil ver unida. Los Príncipes de Asturias, por un lado, tratan de salvaguardar la imagen de la institución a duras penas. Y las infantas Elena y Cristina, por razones obvias, cada día están más apartadas del día a día de la Familia Real.
Si hoy la Reina mira al pasado sabrá, mejor que nadie, qué se siente al verse rechazada por el pueblo. Su hermano, de hecho, fue despojado del trono griego y vive hoy en el exilio. Y si mira al futuro seguro que se abren demasiados interrogantes al comprobar cómo el reconocimiento social de la monarquía ha bajado enteros en España. Primero princesa griega, más tarde princesa española, luego reina… Doña Sofía mantendrá ese título pase lo que pase, incluso si el Rey decidiera abdicar, aspecto que ella misma ha descartado en alguna ocasión. “El Rey será Rey hasta el día de su muerte”, dicen que defiende. Y es creíble en una Reina, en la única Reina europea que nació para reinar y ostenta un trono de otro país. Así es Sofía, una reina que hoy cumple 75 años. El diamante de la Familia Real española.