Ejemplo de compromiso

Abrazafarolas, chupópteros, correveidiles, mustélidos, soplagaitas, meapilas... Estos términos, que se hicieron populares gracias a José María García y su poder en las ondas, también pueden servir para calificar a muchos de los representantes que durante años han vivido a costa del fútbol. Esos personajes nunca desaparecen. De hecho, siguen presentes entre nosotros y seguro que no se irán tan fácilmente. No creo que sea necesario dar nombres. Todos los conocemos.

Más complicado parece encontrar la antítesis de todo lo expuesto hasta ahora, pero también existe. En pleno 2013 son muchos los que se dejan la piel para que el deporte siga estando al alcance de los niños. Más allá de euros e intereses personales, numerosas son las personas que luchan a destajo para conservar la nobleza del deporte en todas las modalidades.

Es imposible enumerar a todos los héroes, pero hoy es el momento oportuno para ensalzar a uno de ellos. Su pasión y amor por el deporte han hecho posible que más de 400 niños del Recre Portuense puedan regresar inmediatamente al José del Cuvillo para cumplir un deseo común: jugar al fútbol.

Otros seguro que habrían arrojado la toalla mucho antes, pero él (con la ayuda de una legión de seguidores) no dudó en coger un megáfono, situarse al frente de una convocatoria, saltar junto a los más pequeños y entonar gritos de aliento para evitar que el barco se hundiera. Eso sí, también utilizó el diálogo, hizo gala de la cordialidad y puso la mesura en una situación agónica. Quedó muy claro que no era un hombre de paja.

Ahora el futuro se percibe de otro color (aunque habrá que seguir remando), pero, sin lugar a dudas, han sido dos semanas durísimas para resolver una de las ecuaciones más complicadas de su vida deportiva. Hablo de Antonio Flor Jiménez, el alma máter de un club con renovadas ilusiones. Todo un ejemplo de compromiso.