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Hallan los restos de 92 emigrantes que cruzaban el desierto

Los cuerpos de 52 niños, 33 mujeres y 7 hombres, algunos parcialmente devorados, estaban diseminados en un área de Níger cercana a Argelia

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Noventa y dos personas perecieron cuando atravesaban el desierto de Níger con la intención de alcanzar el sur de Argelia. Los equipos de rescate han hallado en una vasta área los restos de cincuenta y dos niños, treinta y tres mujeres y siete hombres, que murieron en uno de los territorios más inhóspitos del planeta. La voz de alarma fue dada por una decena de personas que llegaron a Arlit, centro minero en el norte del país, e informaron sobre la avería del vehículo que los transportaba.

Las primeras estimaciones aseguran que, por el estado de descomposición de los cuerpos, la tragedia tuvo lugar a finales de setiembre o principios de octubre. Algunos cadáveres habían sido parcialmente devorados, posiblemente por los chacales que merodean por la zona. El trenzado de los cabellos de las mujeres y sus vestimentas permiten suponer que se trata de nacionales del país y el elevado número de menores, que portaban libros del Corán, también alimenta la hipótesis de que provenían de madrasas donde habrían sido captados para realizar trabajos escasamente remunerados en el país vecino.

Unos 80.000 emigrantes cruzan el desierto nigerino cada año en busca de nuevas oportunidades laborales en el Magreb y Europa, según la Oficina de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas. El país sirve de paso para el tráfico humano, controlado por las mafias, desde Nigeria, Burkina Faso, Costa de Marfil o Camerún. Además, la sociedad nativa mantiene la práctica del esclavismo, que permite la utilización de personas, su venta o matrimonio, y la explotación de los pequeños alumnos de las escuelas coránicas por sus instructores o 'marabouts', que los obligan a mendigar o los alquilan para trabajos de todo tipo. Las minas y granjas, el servicio doméstico y el comercio del sexo se benefician de esta mano de obra forzada.

Tamanrasset, a unos 500 kilómetros del escenario de los hechos, pudo haber sido el destino de este grupo de víctimas. La ciudad argelina se ha convertido en el centro al que se dirigen las rutas de la emigración ilegal africana. Los líderes de barrios surgidos en la periferia de la urbe y poblados por emigrantes subsaharianos se hallan entre los promotores de estos flujos de individuos indocumentados que alimentan el trabajo ilegal y las redes de prostitución locales e internacionales, según informes del Departamento de Estado norteamericano.

El portavoz del Ministerio de Exteriores argelino, Amar Belani, calificó lo ocurrido de «tragedia terrible» e insistió en que Argelia «aporta todo lo que puede en materia de ayuda, asistencia y apoyo» a sus «socios del Sahel». Para Belani, «la verdadera solución reside en la movilización de recursos por parte de la comunidad internacional y de la Unión Europea en favor del desarrollo común para establecer en sus países de origen a las poblaciones vulnerables».