El Castillo cierra para seguir abierto

El Castillo de San Sebastián, el mayor de los dos que cierran La Caleta, fue siempre una rareza, una atracción turística y patrimonial de primer orden. Pero nunca fue aprovechada. Durante las dos últimas décadas del siglo anterior se convirtió en un sueño, en una carta a los Reyes Magos en la que los gaditanos vieron escrita todo tipo de caprichos, auditorios, torres de luz, edificios de autoría célebre. Luego, ya con la primera década del siglo XXI, llegó el momento de poner sobre papel la realidad el proyecto. Las administraciones socialistas, el Gobierno de entonces y la Junta de siempre, prometieron todo lo posible y lo imposible, hasta lo inconveniente.

Llegada la hora de los grandes fastos de 2012 lo único que se había hecho realidad era un abandono palmario, una dejación absoluta de la obligación y el compromiso. El proyecto de rehabilitación quedó en la mitad de la mitad de la mitad y gracias a que el nuevo Ejecutivo y, sobre todo, el Ayuntamiento de Cádiz intentaron recomponer los trozos del sueño roto. Gracias a este empeño se pudo hacer una reforma mínima y abrir el recinto este año al público. El número de visitas ha sido un éxito absoluto, rotundo, pero se trataba de un año experimental, de una prueba piloto. Finalmente, el gobierno local ha decidido cerrar este fin de semana la fortaleza hasta que vuelva el buen tiempo. Pero durante ese periodo, como mejor noticia, avanzará la reforma de dos puestos de guardia y de la gran explanada llamada a ser recinto hostelero de gran atractivo. Este anuncio es la prueba de que ahora, sin promesas falsas ni propaganda, sí existe voluntad de mantener vivo el Castillo de San Sebastián, de mejorarlo poco a poco con más ideas y voluntad que millones que luego fallan.