Barack Obama asiste ayer a la toma de posesión del director del FBI, James Comey, en la sede central de la agencia en Washington. :: JEWEL SAMAD / AFP
MUNDO

La Casa Blanca escurre el bulto

Obama defiende el trabajo de la Agencia Nacional de Seguridad, a la vez que intenta distanciarse de sus posibles abusos

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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¿Es creíble que Barack Obama no supiera que su gobierno espiaba a Angela Merkel y a otros líderes aliados? La Casa Blanca no contesta, con el argumento de que no va a responder a cada información que se publica en la prensa, pero todo el mundo adivina su huella tras lo que publicó ayer 'The Wall Street Journal', atribuido a «funcionarios» del Gobierno. Según esto, el presidente de EE UU sólo habría sabido que su Gobierno espiaba a los líderes aliados a principios de verano, momento en el que ordenó la terminación inmediata de ese programa de escuchas telefónicas.

Nadie aclara a cuántos programas más puso fin, a raíz de la revisión interna que ordenó entonces, ni cuántos siguen en pie. El portavoz Jay Carney repite una y otra vez que su Gobierno «no está escuchando ni escuchará» las llamadas personales de la canciller alemana Angela Merkel, que es la gran indignada, pero se niega a hablar de qué ocurrió en el pasado.

Según los documentos que Edward Snowden proporcionó al periódico británico The Guardian, el espionaje a 35 líderes mundiales empezó en 2002, con la amplia autorización de la Ley Patria para proteger EE UU de nuevos ataques terroristas como los del 11-S. Entrevistado por la CNN, el exvicepresidente Dick Cheney tampoco confirma ni niega la existencia de esas escuchas, «pero si ocurrieron me parecerían apropiadas», deslizó. Muchos recuerdan que varios de los terroristas que en 2001 estrellaron dos aviones contra las Torres Gemelas procedían de la llamada 'célula de Hamburgo', incluyendo al cabecilla, Mohammed Atta.

El jefe del Comité de Inteligencia de la Cámara baja, Mike Rogers, criticó a los aliados por no valorar que el programa de espionaje estadounidense sirve para salvar vidas en ambos continentes, y recordó que EE UU ha llevado el peso de la seguridad occidental en la última década, con un costoso programa de inteligencia. «El presidente debería dejar de disculparse y recordar que la NSA salva vidas, no sólo en EE UU sino también en Alemania, Francia y el resto de Europa», defendió el congresista republicano Peter King.

Según German Economic News, la inteligencia de la Unión Europea emplea apenas 1.300 personas, mientras que un análisis de The Washington Post estimaba hace tres años que 854.000 personas tenían luz verde de alta seguridad en EE UU, 1,5 veces la población de Washington D.C. Todas ellas repartidas entre 1.271 organizaciones gubernamentales y 1.931 compañías privadas que trabajan en labores de antiterrorismo, seguridad nacional e inteligencia en 10.000 ubicaciones distintas. «Ha crecido tanto que abarcar eso es un reto de por sí», confesó el entonces secretario de Defensa, Robert Gates. Cualquier cifra de costo que se le asigne hará palidecer los 230 millones que se gasta en ello la UE.

Tal vez por eso la Casa Blanca no se disculpa. Su portavoz recordó ayer que «el presidente cree que el trabajo de la NSA es importante». Simplemente ha ordenado la revisión de esos programas para asegurarse de que están al día «con un mundo cambiante» y mantienen un «equilibrio» entre las necesidades antiterroristas y «las legítimas preocupaciones de nuestros aliados», que dice entender. «El mundo en el que vivimos ha creado unas capacidades tecnológicas que deben ser revisadas para asegurarnos de que obtienen el equilibrio que el presidente busca», dijo Jay Carney.

Más transparente

Según las fuentes del The Wall Street Journal, «la NSA tiene tantas operaciones en marcha que no hubiera sido práctico informarle de todas». El hecho de que el espionaje de líderes europeos fuese parte de un programa que llevaba tantos años funcionando hizo que nadie considerara prioritario transmitírselo al mandatario.

Su Gobierno presume de haber desclasificado y facilitado más información sobre la NSA «que ningún otro» y promete ser todavía más transparente a final de diciembre, cuando concluya la revisión interna que ha ordenado. «Pero hay elementos que son secretos por algo», advirtió Carney. La publicación de éste «costará vidas» si trae como consecuencia que los líderes europeos limiten la información que comparten con EE UU.