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ESPAÑA

El gas grisú fulmina a seis mineros en León en la mayor tragedia de los últimos 18 años

La fuga de gas, cuya causa se conocerá dentro de dos días, deja cinco heridos, uno de ellos de gravedad

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Habían pasado apenas un par de horas desde que se conoció en toda la comarca de Gordón que había habido un accidente en La Hullera y decenas de personas se agolpaban ya en la bocamina del pozo Emilio, conocido también como Grupo Tabliza. Muchas eran vecinos de los pueblos de alrededor. Otros eran compañeros. Y también había prejubilados del carbón. Todos ellos tenían en común que conocían a los fallecidos, pero, sobre todo, que tienen la mina forjada en su ADN.

Poco antes de las dos de la tarde, una fuga repentina de grisú en el pozo acabó con la vida de seis mineros por inhalación de metano y dejó heridos a cinco, uno de gravedad, que fueron trasladados a un hospital de León. El ministro de Industria, José Manuel Soria, informó que hasta dentro de 48 horas no se podrá determinar con exactitud las causas del accidente.

Es el accidente más grave desde hace 18 años en la minería asturleonesa. El 31 de agosto de 1995, 14 mineros perdieron la vida también tras una explosión de grisú en el pozo San Nicolás, perteneciente a Hunosa, en la localidad asturiana de Mieres.

Desde el primer momento, reinó en la bocamina del pozo Emilio del Valle un silencio apenas roto por los coches que entraban y salían. Los familiares llegaban a cuentagotas con el dolor en la cara. Como el padre de uno de los fallecidos, al que al principio no le dejaban ver a su hijo pese a que casi suplicaba entre gritos que le dejaran entrar a la mina, aunque luego fue conducido a la sala habilitada para recibir a los más allegados.

Allí se estableció pronto una unidad especial de atención psicológica para los familiares, con varios profesionales que atendieron a padres, hermanos y esposas. Mientras, los compañeros de las víctimas permanecían de pie, a la gélida intemperie de la montaña leonesa.

«La puta mina, la puta mina, voy a pegar un petardazo para que se acabe ya», se lamentaba una mujer mientras varios hombres, todos mineros o prejubilados, asentían.

Los seis fallecidos eran de la comarca, excepto uno que procedía de Pola de Lena (Asturias), aunque también vivía en la zona, y otro, que era de la localidad berciana de Bembibre. De ahí que todos fueran conocidos por todos, ya que sus lugares de origen están a pocos kilómetros: Paradilla, Ciñera, Fontanos y Robles de la Valcueva.

Un pozo de 25 años

«El de Ciñera era un chaval joven, casado hace poco y tenía poco más de 30 años», explicaba sobre Manuel Moure un prejubilado de la mina junto a la verja de las instalaciones de La Hullera Vasco Leonesa, propietaria del Grupo Tabliza, un pozo que no lleva abierto más de 25 años. Se da la circunstancia de que el fallecido había tenido un hijo apenas hacía 15 días, según comentaba otra vecina del fallecido.

«Lo que duele es que ocurran estas cosas. Esto es muy duro. Me afecta porque he sido minero y sigo siéndolo, fue mi vida», agregaba otro de los prejubilados, para el que «sacar carbón cuesta sangre y sudores y esto es algo que no siempre se ha tenido en cuenta».

El joven de Bembibre, Carlos Pérez, también estaba casado y tenía ya dos hijos, una de 16 y otro de 13 años. De 42 años era Antonio Blanco, originario de Robles de la Valcueva, un pequeño pueblo perteneciente al municipio de Matallana del Torío, a pocos kilómetros de la capital leonesa. Casado y con una hija, era de los que pronto lograrían la anhelada prejubilación para este duro y, como se ha demostrado una vez más, peligroso trabajo.

De Fontanos era Roberto Álvarez, el más joven, de apenas 35 años, y cuya mujer, con dos hijos pequeños, el último nacido este verano, se pudo ver en las inmediaciones de la mina a última hora de ayer. Totalmente rota, era llevada en volandas por sus familiares hasta un coche.

Orlando González, soltero, era de Paradilla, y también se caracterizaba por tener una gran trayectoria en la mina, como la mayoría de los 150 trabajadores que tiene el Pozo Emilio en la actualidad. Por último, José Luis Arias era el minero asturiano, casado y con dos hijos, que vivía también en la zona.

«Es una desgracia, sobre todo para lo poco que queda», apuntaba otro exminero, quien recordaba que esta explotación de la Hullera Vasco-Leonesa llegó a tener 1.300 trabajadores y ahora apenas hay 400.

Uno de los pocos trabajadores que quiso expresar su dolor, aunque fuera entre lágrimas, fue José Antonio Colinas, miembro del comité de empresa y secretario de Fitag-UGT Castilla y León. «Son momentos duros y ahora hay que estar con la familia, con los hijos», apuntaba emocionado. Igual se encontraba el presidente del comité de empresa, Marco Antonio Martínez, quien apenas pudo decir que «los compañeros han muerto, sobran las palabras».