«Esa España desmoralizada de la que nos hablan no es la España verdadera»
Don Felipe recuerda en la entrega al Pueblo Ejemplar de Asturias que el país «está construido por gente que se rebela contra la adversidad»
TEVERGA.Actualizado:En la localidad asturiana de Teverga no hubo ayer pitidos ni protestas. Solo hubo tiempo para los parabienes, para recibir a don Felipe y doña Letizia, compartir con ellos el pasado, el presente y brindar por el futuro de este municipio en la ceremonia de entrega del galardón de Pueblo Ejemplar de Asturias, un acto que se celebra tradicionalmente la jornada siguiente de los Príncipes de Asturias. En una metáfora de la actitud que deben tomar los españoles ante la crisis, don Felipe animó a todos los vecinos de la localidad a seguir para no dejarse llevar por los presagios «desalentadores» que en los tiempos actuales nos asaltan. «Esa España desmoralizada de la que se nos habla no es la España verdadera (...) La verdadera España está construida con cientos, con miles de comunidades como esta de Teverga, que se rebelan contra la adversidad y en las que nacen cada día ideas de futuro», subrayó. E insistió una y mil veces en la necesidad de afrontar los retos con serenidad y compromiso.
Los problemas del sector minero estuvieron muy presentes en las palabras de don Felipe. De hecho, el Príncipe animó a los teverganos a servirse de ese bagaje ético que siempre ha acompañado al sector para hallar «nuevos caminos que emprender» y encontrar «nuevas formas de «trabajo y de prosperidad». Son tiempos de cambios agravados por la crisis económica. Y de manera especial en las cuencas mineras, que don Felipe tuvo muy presente: «Conocemos sus problemas, y nos solidarizamos con quienes los sufren, pues sabemos cómo está desapareciendo la forma de vida que se ha mantenido en ellas durante tantos años». Apeló acto seguido a ese «espíritu y a esa fortaleza con la que se ha forjado en buena medida la personalidad de Asturias» y a los valores que siempre han movido a los mineros, que -dijo- nunca desaparecerán y que enumeró de la siguiente forma: «La lucha por la justicia, la valentía para arriesgar la propia vida para salvar otras en riesgo, la fortaleza ante la adversidad, la unión para hacer frente a las dificultades, el hacer honor a la palabra dada». Con todo ese bagaje, los trabajadores de las cuencas -sostuvo el hijo del Rey- darán con «nuevos caminos para emprender; caminos para imaginar y crear nuevas formas de trabajo y de prosperidad».
Con ese mensaje ya lanzado, el Príncipe quiso elogiar la belleza del enclave y animó a los vecinos a cuidar la tierra, las tradiciones, la cultura y todos los elementos que aportan riqueza a los territorios, incluida la educación, un camino para «hacer frente a la complejidad, a la rapidez de los cambios y la incertidumbre que caracterizan nuestro nuevo mundo». Todo ello es posible, según don Felipe, que instó de nuevo a los ciudadanos a no perder la fe para vencer al «pesimismo, la desilusión y el desencanto».
Posteriormente, don Felipe volvió a tomar la palabra para recordar ese pasado no muy lejano en el que el abandono de las minas de carbón abrió una herida profunda en el valle y cambió la forma de vida y la economía. Pero, los vecinos -recordó don Felipe- fueron capaces de atravesar esa encrucijada batallando contra el pesimismo. «Pues precisamente porque habéis tenido la valentía de enfrentaros a esos desafíos, y habéis logrado vencer a la desesperanza, habéis recibido este premio. Aquella forma de vida derivada de la minería del carbón la habéis sustituido por una variedad de iniciativas y actividades que os han abierto nuevos caminos», afirmó.