Estrasburgo y la sensibilidad perdida
Las víctimas de la banda terrorista ETA sufren la reapertura de heridas con el reciente fallo del TEDH
Actualizado:Escuchar las palabras de los familiares de víctimas de ETA cuando se les pregunta por la reciente decisión de Estrasburgo obliga a anteponer la sensibilidad a cualquier juicio o análisis frío. Ellos y sólo ellos perdieron a un ser querido a manos de una banda asesina, que aunque algunos quieran ahora otorgarle una victoria por los puntos, previa asistencia del Tribunal europeo, lo cierto es que ya fue derrotada y sin que obtuvieran ninguna de sus viejas reivindicaciones como la Euskal Herria por la que tanta sangre derramaron.
Las excarcelaciones de asesinos como Inés del Río provocan repulsa por cuanto su condena no ha sido ajustada ni proporcional al daño inflingido. Y esa cuenta que una y otra vez se repiten las víctimas -un año por cada muerto que causó en aquel terrorífico atentado- es simplemente injusto. Sin matices de ningún tipo: injusto cuando Inés del Río se ha pasado poco más de 26 años por 24 asesinatos; mientras que el segundo beneficiado por el fallo del TEDH, Juan Manuel Píriz, ha permanecido entre rejas 27 años por un crimen. Con estas cuentas, es más que comprensible que las víctimas de ETA, aquellas que viven estigmatizadas para el resto de sus vidas con las cicatrices que dejaron sus demoniacas acciones, sientan asco a la hora de hacer estos números.
Se echa en falta que después del dictamen del TEDH, nadie haya pedido responsabilidades a aquellos que pudieron haber acondicionado las leyes españolas para impedir que años después no se produjeran situaciones como las que vivimos estos días. La sentencia de Estrasburgo no es más que la consecuencia de un enorme agujero que existía en nuestro Código Penal y que no se enmendó hasta 1995.
También llama la atención cómo la lenta justicia española se torna en veloz purasangre a la hora de cumplimentar la sentencia de Estrasburgo. Mientras miles de presos comunes esperan durante meses a la resolución de sus recursos, días a que se ejecuten las medidas, en el caso de Inés del Río, la etarra no tuvo que esperar más que horas. De nuevo, se necesita sensibilidad.