Angela Merkel y Barack Obama, en un encuentro sobre seguridad nuclear en Washington. :: AFP
MUNDO

La indignación europea rebota en EE UU

Washington sospecha que lo que de verdad molesta a la UE es no poder igualar un poder tecnológico que rastrea el mundo

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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'Newsweek' lo llama «el segundo oficio más antiguo del mundo». No hace falta mencionar cuál es el primero, solo decir que este tampoco «va a desaparecer», advierte la revista. Quizás por eso a nadie en EE UU le ha escandalizado seriamente saber que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) espía a los líderes de otros países, incluyendo a los aliados. Si acaso, ha sorprendido más la falsa indignación de estos, porque nadie cree que estén realmente asombrados. Tanto es así que ni la oposición republicana, que aprovecha cualquier oportunidad para hacerle la vida imposible a Barack Obama, le ha criticado por ello.

Al contrario, el senador Marco Rubio, con claras aspiraciones presidenciales y la simpatía del Tea Party, ha sido el primero en poner las cartas sobre la mesa: «Estos líderes están respondiendo a las presiones nacionales dentro de sus propios países», explicó. «Ninguno de ellos está verdaderamente estupefacto por esto, porque todo el mundo espía a todo el mundo. Eso es un hecho. Así que todo lo que vamos a ver de estos líderes es para consumo doméstico, porque al final del día todo el mundo sabía que en Casablanca se hacían apuestas de juego».

La Casa Blanca no lo podía haber dicho mejor, obligada como está también a mantener la cara de sobriedad para salvar la de sus aliados. Sin embargo, no ha pedido disculpa alguna por algo que hace «virtualmente cada país del mundo», dijo el viernes a bordo del 'Air Force One' el portavoz en turno de la Administración Obama. El Gobierno americano parece tener la impresión de que lo que realmente molesta a sus aliados es no disponer de la capacidad tecnológica de EE UU, que barre el mundo con sus redes informáticas y de satélite.

Revisión de la capacidad

Lisa Monaco, la asesora antiterrorista que dio la cara en este asunto, empezó así su explicación en una columna publicada en el diario 'USA Today': «Para ser claros: nuestra capacidad de Inteligencia y la dedicación de los hombres y mujeres que trabajan en la comunidad de Inteligencia, incluyendo la NSA, están por encima de cualquier comparación», dijo sin modestia. «No es ningún secreto que recogemos información sobre todo lo que pasa alrededor del mundo para ayudarnos a proteger a nuestros ciudadanos, nuestro aliados y nuestro país. Si bien nuestra capacidad no tiene parangón, el Gobierno de EE UU se restringe cuando opera. No escuchamos cada llamada o leemos cada e-mail, ni mucho menos».

Ese es el tono, desafiante y condescendiente, con el que ha respondido Washington, por una vez de acuerdo con casi todas las voces. 'Newsweek' recordaba que China pirateó hace unos años el ordenador de Angela Merkel, «y no hay constancia de que llamase a Pekín para quejarse». Según su corresponsal en París, Christopher Dickey, «otros países se esfuerzan en hacer lo mismo que la NSA, pero con menos recursos e inferioridad tecnológica».

Así planteado, parece que el único 'delito' de EE UU es no contener más su poderío tecnológico frente a tantos aliados inferiores que no pueden seguirle el juego. De hecho, la única consecuencia de estas revelaciones es que el presidente ha ordenado una revisión de la capacidad de vigilancia de la poderosa agencia. «Queremos asegurarnos de que recogemos información porque la necesitamos, no porque podemos hacerlo», explicó Monaco, que concluyó impertérrita: «Seguiremos recogiendo la información que necesitemos para protegernos a nosotros y a nuestros aliados».

La excongresista demócrata Jane Harman, que ha servido en los departamentos de Estado y de Defensa, contribuía a este debate con entrevistas desde Roma, donde la ha pillado el falso escándalo. «Lo que realmente les tiene descontentos es que el público aquí no entiende esto y tiene mayores expectativas de privacidad que el estadounidense», explicaba. «Los que deben más a sus votantes son los que se muestran más escandalizados en público». Según la actual presidenta de la Fundación Woodrow Wilson, EE UU comparte los resultados de su espionaje con los aliados europeos, motivo por el que países como Italia, preocupados por el terrorismo en el norte de África, no protestarán más allá de la galería. «Cuando yo era miembro de la comunidad de Inteligencia se me decía que al viajar tenía que esperar no solo que se espiasen mis llamadas, sino que me observasen en las habitaciones de los hoteles, lo cual me hacía sentir un poco incómoda, pero todos sabíamos que en ese trabajo no teníamos ninguna expectativa de intimidad».

El acuerdo 'Cinco Ojos'

Coincide con ella John Negroponte, exembajador de George W. Bush en la ONU, entre otros cargos. El diplomático dice que le consta haber sido espiado en países europeos, para qué hablar de otros como China, a los que solo se puede llevar «un teléfono limpio o ninguno, porque todo lo que tengas en tu ordenador, tu tableta o tu teléfono te lo van a barrer». Por algo el propio Obama tuvo que deshacerse de su Blackberry al llegar a la Casa Blanca. Nadie está a salvo de los espías, aunque Negroponte tiene una solución de compromiso: ampliar a los países de la OTAN el pacto de no espiarse mutuamente que EE UU tiene con Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido, conocido como 'Five Eyes' (Cinco Ojos).

El diplomático admite que la confianza en todos estos aliados no es plena, «pero ya que estamos dispuestos a morir por ellos si alguno es atacado, bien podemos fiarnos». Ese tipo de acuerdo es el que Angela Merkel demanda en reparación de la presunta insidia de haber visto interceptado su móvil privado. Solo que la canciller no tiene intención de ampliar tanto el club, su deseo es que se extienda solo a París y Berlín. El resto, que siga lidiando con el segundo oficio más antiguo del mundo.