Europa arranca con España la era posrescate
Irlanda aspira a seguir los pasos de Madrid y dejar el 15 de diciembre su programa de ayuda, Portugal lo haría en 2014 y Grecia afrontará un tercer rescate
BRUSELAS.Actualizado:«Todos empezamos a mirarnos unos a otros. ¿Grecia? ¿Que hay que rescatar a Grecia? Ninguno entendíamos nada y nadie supo preverlo». El pasado día 11, en Bruselas, un sereno José Luis Rodríguez Zapatero, libre ya de las ataduras que confiere el traje de presidente, recordaba así el primer acto de una crisis europea que puso en serio riesgo la pervivencia de la moneda única. Corría febrero de 2010 y Europa, con el sistema financiero mundial por los aires como consecuencia del estallido de Lehman Brothers, seguía sin reaccionar con contundencia.
Merkel, Sarkozy, Berlusconi, Zapatero, Cameron, Barroso, Van Rompuy, Juncker... ¿Grecia? Aturdidos, «todos se miraban unos a otros». Se empezó con una ayuda de 30.000 millones de euros que se convirtió en un primer programa de rescate de 110.000. Luego en otro de 130.000 millones y, ahora, se está a la espera del tercero. Más tarde llegaron Irlanda (85.000), Portugal (75.000), Chipre (10.000)... Y, salvo sorpresa, llegará Eslovenia en cuestión de meses.
Cuatro rescates, un más que probable quinto y una «línea de crédito» para España de hasta 100.000 millones para salvar su sistema financiero, el «más sólido de la comunidad internacional», según llegó a proclamar en septiembre de 2008 el propio Zapatero en una lapidaria frase que le persiguió durante el final de su mandato. Por fin, en 2012, se halló el cráter de 61.000 millones finalmente tapado con dinero público (41.300 de sello europeo). En la Moncloa, en el Ministerio de Economía, en el Banco de España... Todos, atónitos, volvían a mirarse unos a otros.
Y, pese a todo, quizá porque rescatar a la cuarta economía de la zona euro y quinta de la UE hubiera supuesto el fin de la moneda única, España logró esquivar el cliché de 'país rescatado', que en la jerga comunitaria significa estar atados de pies y manos, sin capacidad de decisión sobre tu economía. Pensiones, salarios... No hubo rescate al uso, pero sí aterrizaron los 'hombres de negro' de la temida 'troika' -Comisión Europea (CE), Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)-, chequeando al enfermo y poniendo un estricto tratamiento.
Los análisis comenzaron a mediados de 2012. En unos días, el próximo 15 de noviembre, la UE anunciará que no prorroga esa línea de ayuda en 2014, otorgando así el aprobado definitivo al Gobierno de Mariano Rajoy, la deseada alta financiera para operar en los mercados sin mayor red de seguridad que el FROB -el fondo estatal para salvar bancos- o, en su caso, el Tesoro nacional. Una metodología de rescate «que ha sido un éxito» y que ya se conoce en Bruselas como el «modelo español».
Cada país, una solución
Y es que Europa, tres años y medio después de que sus líderes estuvieran sentados en torno a una mesa mirándose unos a otros sin saber qué decir sobre Grecia, ya ha empezado a diseñar la era posrescate. Porque además de concluir el programa de España a finales de año, también lo hace -el 15 de diciembre- el de Irlanda, el segundo país intervenido (noviembre de 2010), que recibió 85.000 millones. «Quedan momentos frágiles, aunque puedo confirmar que saldremos del rescate en plazo», ha asegurado su primer ministro, Enda Kenny. Un optimismo que se aleja del pragmatismo de Bruselas, donde se sopesa mantener algún tipo de ayuda a modo de colchón. «España e Irlanda no son comparables», aclaró sin ambages el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, en la última cita de Luxemburgo y ante la insistencia de algunos medios que sí equiparaban ambos escenarios.
La realidad de la Europa rescatada y la del posrescate no la define la política, que también, sino las cifras, unos números que dicen que Irlanda recibió en sus arcas una cuantía equivalente a la mitad de su Producto Interior Bruto (PIB), proporción similar a la de Portugal y Chipre. Lo de Grecia es caso aparte, puesto que ha recibido ya 45.000 millones más que todo su PIB. Un dinero destinado a que estos países puedan seguir pagando nóminas y las facturas de la luz, no para evitar que su sistema financiero salte por los aires, como sucedió en España, donde la ayuda recibida 'sólo' ronda el 4% del PIB. He aquí la gran diferencia que se esgrime desde Bruselas. «Cada país tendrá una solución», afirma el vicepresidente económico, Olli Rehn.
Eslovenia, ¿el próximo?
Porque el verdadero problema no era ni Atenas, ni Dublín, ni Lisboa, ni Nicosia. El gran quebradero de cabeza era Madrid, cuarta potencia de la moneda única con una riqueza nacional que dobla la de los cuatro países rescatados juntos, que apenas suman el 5,7% del PIB de la Eurozona. Si caía España, lo haría Italia, Francia... El euro, en definitiva. De ahí que la resolución del programa español haya sido un «bálsamo» para la Unión.
Con la salida de Irlanda encaminada, la siguiente prueba de fuego es Portugal, que debería abandonar el rescate a mediados de 2014 aunque, sin embargo, está sumida en un mar de dudas sobre su viabilidad económica. En Grecia se da por hecho la aprobación de un tercer rescate a finales de 2014 para cubrir unas necesidades de otros 10.000 millones.
Por su parte, la gestión política del salvavidas de Chipre fue el perfecto manual de lo que no hay que hacer. Fue el último rescate en producirse (16 de marzo de 2013) y el de menor dimensión, pero también el que más tormentas desató al ponerse en entredicho la garantía de los depósitos inferiores a 100.000 euros, una suerte de línea roja que al final no se atravesó. Y mientras todos piensan en cómo salir, ya se conoce el próximo candidato a entrar: Eslovenia, cuya banca tiene 7.000 millones de euros en activos tóxicos, el 20% de su PIB.
Sin embargo, con el problema español resuelto, la tranquilidad se ha adueñado de Bruselas. Europa ha comenzado a diseñar la fase posrescate, la de la unión bancaria, un proyecto vital que avanza al ralentí mientras sus líderes, sentados en torno a una mesa, vuelven a mirarse unos a otros.