Gigena posa durante una competición
historias del deporte

Un gigante sin espejo

Luis Gigena lleva la mitad de su vida entrenando su cuerpo a la máxima expresión, pese a que desde los 13 años no puede ver debido a una enfermedad congénita

MADRID Actualizado: Guardar
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Pone a prueba las convenciones sobre los límites de la anatomía humana. Luis Gigena lleva la mitad de su vida entrenando su cuerpo a la máxima expresión. No obstante, él no puede mirarse al espejo para compararse con nadie. Una enfermedad congénita llamada Toxoplasmosis le dejó ciego cuando tenía 13 años. La frustración se apoderó de él en ese momento. Asimiló que debía aprender a andar a oscuras, a hacerlo todo de nuevo. Con perseverancia e ilusión supo salir hacia delante.

Este argentino de 41 años no es grande, es enorme; más allá de su musculatura: 115 kilos de puro músculo cuando se prepara para una competición. Porque Gigena es culturista, el primer atleta invidente de esta disciplina. Un ejemplo de superación. Comenzó en el fitness a los 17 años porque decía estar "flaquito". "Con el tiempo me motivé. Me di cuenta que este era un deporte en el que todo dependía de mí. En el colegio de ciegos ya había hecho atletismo y tiro, pero no quería competir con personas que tenían una discapacidad como yo. Quería hacer otra cosa, demostrar que podía hacer algo de igual a igual con cualquier persona", reconoce.

Aprendió de quienes le rodeaban y ahora es él mismo quien sabe qué comer o cuánto peso levantar cuando realiza un entrenamiento. No tiene mucha estabilidad. Para moverse se ayuda de un bastón y necesita que le ayuden para hacer sentadillas. A veces se tropieza en el gimnasio, pero nunca le ha ocurrido nada grave.

Cuando acude a una competición todos los participantes se pasean de un lado a otro. Se miran, hablan con sus entrenadores, se comparan. Todos se ven más 'pequeños' que sus adversarios. Gigena se muestra tranquilo, sentado. Es el único que no puede ver a sus rivales. "De alguna manera es una ventaja para él", dice Alberto Rivera, exentrenador de Luis.

Va a solarium tres veces a la semana, se compra ropa en tiendas de marca (también se dedica profesionalmente al mundo de la moda), usa cremas y le gusta tener todo bien ordenado. "Es más coqueto que yo", asegura Laura, su esposa desde hace siete años. Un amigo le facilita dinero para los viajes y las competiciones. Otro amigo, que vende suplementos deportivos, le proporciona todo lo que necesita.

Es un apasionado de su deporte. Tiene imágenes en su memoria que le sirven de motivación para luchar con los ojos cerrados. De pequeño leía los comics del 'Increíble Hulk', ese personaje que se ponía verde cuando se enfadaba. También recuerda a Arnold Schwarzenegger y sus competiciones en el 'Míster Olympia' durante los primeros años de la década de los 70. Después se quedó ciego y ser como ellos parecía un sueño imposible, pero el tiempo le dio razón. Se dio cuenta de que podía lograrlo.

Durante los campeonatos la gente se le acerca para sacarse fotos con él, igual que hacen cuando ven al exprotagonista de 'Conan' o 'Terminator'. Eso le llena de orgullo. Para alguien que se levanta y se acuesta a oscuras, todo es un reto. El deporte le hace 'ver' que hay esperanza de seguir viviendo. Luis no solo es fuerte de físico sino también de espíritu.