El presidente Barack Obama, en los jardines de la Casa Blanca, el pasado viernes. / Reuters
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El amigo americano nos espía

Los aliados europeos protestan de forma tibia a las revelaciones de la captura masiva de datos por EE UU

MADRID Actualizado: Guardar
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Los aliados europeos han reaccionado de forma bastante tibia tras conocer que también habían sido víctimas del espionaje masivo de EE UU a Gobiernos, empresas y ciudadanos de todo el mundo. Aparentemente lo que más ha dolido ha sido la escucha a los jefes de Gobierno y, sobre todo, que se supiera. De cara a la opinión pública era obligada una escenificación de ‘damas ofendidas’ que no llegara a mayores. Rajoy aplicó una fórmula de manual al llamar a consultas al embajador estadounidense y la propia Merkel no se atrevió ni siquiera a dar por sentado que había sido espiada, aunque pidió por teléfono a Obama “un inmediato y completo esclarecimiento del asunto tras tener “indicios sólidos” de que los servicios de inteligencia estadounidense habían intervenido las comunicaciones del móvil de la canciller.

En el pasado Consejo europeo del viernes, los 28 socios europeos se limitaron a advertir en un comunicado que este tipo de prácticas puede dañar la confianza entre la UE y EE UU en su lucha contra el terrorismo. No hubo ni críticas, ni recriminaciones, ni mucho menos amenazas de represalias. Es probable que la confianza se resienta, pero la dependencia y la alianza con EE UU son demasiado grandes para que pueda tener efectos duraderos. El británico Cameron fue el gran defensor de la ‘travesura’ del amigo americano. Al fin y al cabo, el Reino Unido también ha participado en el espionaje por Internet a países amigos como Italia. Francia y Alemania sí quisieron al menos protagonizar un simbólico gesto al proponer a Washington negociaciones para crear un marco de cooperación sobre las prácticas de los servicios secretos. Un objetivo muy loable, pero condenado al fracaso. El Gobierno de Rajoy no ha mostrado el menor interés en participar en la iniciativa, probablemente por el poco futuro que se le augura.

Poco después de la conversación Obama-Merkel de este jueves, la Casa Blanca aseguró a través de su portavoz, Jay Carney, que Estados Unidos recoge información de inteligencia y que seguirá haciéndolo como todos los países. El que todos se espían y que los servicios de inteligencia de cada país proporcionan información clasificada de Gobiernos amigos y enemigos es una obviedad. El espionaje es una práctica habitual de todos los países que no está ni estará regulada, pero las actividades de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y su programa de capturas masivas de datos en Internet ha supuesto un salto tecnológico brutal en la materia.

No han sido espiados solo los Gobiernos, sino también las empresas y millones de ciudadanos de todo el mundo. Ahora más que nunca información es poder. Hay pocas dudas de que si otros países tuvieran la capacidad tecnológica estadounidense la pondrían en práctica al servicio del principio fundamental que les guía a todos: la defensa de sus propios intereses. Lo más inquietante es el perfeccionamiento al que se ha llegado en las técnicas de intromisión en la privacidad de las personas, cada día más vulnerable. El revuelo y las reacciones provocadas en la opinión pública estadounidense o en otros países por este tipo de prácticas pueden llevar a la única vía de defensa con probabilidades de éxito a través de leyes que pongan coto y regulen este tipo de prácticas.