Fallece Amparo Soler Leal
En una sólida carrera de más de seis décadas, tomó parte en 200 obras teatrales y 80 películas a las órdenes de Buñuel, Berlanga o Almodóvar
MADRID Actualizado: GuardarEmpezó en el teatro con 14 años y se mantuvo activa en las tablas y en el cine más allá de los setenta. Amparo Soler Leal, la discreta gran dama del teatro y el cine, ha fallecido hoy en Barcelona a los 80 años a causa de una insuficiencia cardíaca. Protagonista de una de las carreras más sólidas, coherentes y respetadas, sostenida a lo largo de casi siete décadas, tomó parte en 80 películas y más de 200 producciones teatrales. Dio lo mejor de sí a las órdenes de Buñuel, Berlanga o Pilar Miró en películas como ‘La escopeta nacional’ o ‘El crimen de Cuenca’, donde demostró su capacidad para ser eficaz y conmover en la comedia y la tragedia. Pero ella se tenía por una actriz de teatro, al que dedicó el grueso de su carrera y por el que llegó a arruinarse, al formar compañía con su primer marido, el también actor Adolfo Marsillach.
Por deseo expreso de la actriz su despedida tendrá lugar en su domicilio de Barcelona, donde el próximo martes sus allegados disfrutarán “de una copa de champán y música de Serrat de fondo”. La Academia de Cine, que ha informado de su fallecimiento, la definió como “actriz clave del cine español y de la filmografía de Luis García Berlanga".
Hija de actriz y director de teatro, nació durante una tournée de sus progenitores pero fue empadronada en Madrid el 23 de agosto de 1933. Amparo Soler Leal estaba predestinada a adoptar el oficio de Talía. Su padre fue represaliado por rojo, republicano, catalán y liberal, y su madre fue una actriz franquista, españolista y ultracatólica. Educada “con la monjas más pijas de Madrid y muy estiradas” y pese a las convicciones de su madre, ella misma aseguraba que la echaron de dos colegios "por ser hija de actriz".
Con catorce años descubre en el teatro un ámbito de libertad. “Podía hacer papelitos, fumar, cruzar las piernas, ponerme medias...¡Libertad!”, se felicitaba. Estudió con Luis Escobar en el María Guerrero y debutó en 1948 con la obra 'No me mientas tanto', de Alfonso Paso, tras la que se aventuró en producciones comprometidas y exigentes con piezas de Alfonso Sastre y de Pirandello con Bardem y Adolfo Marsillach.
El actor se convirtió en pareja real y profesional y empresarial. Se habían casado con 18 años y con 20 tenían compañía propia. El matrimonio duró cinco años. En su intensa actividad teatral, abordó todos los grandes clásico marcado hito como 'La Señorita Julia', que protagonizó en 1975.
Se casaría en segundas nupcias Alfredo Matas, una pareja que duró 36 años y solo rota con la muerte del productor en 1996. “Compartíamos el mismo amor por los perros y las plantas; él me enseñó a viajar y a vivir: a catar un buen vino, a degustar un buen plato. Con él escapé de aquella España asfixiante del franquismo, porque Alfredo, como buen catalán, estaba volcado hacia Europa”, dijo en su día.
Fracasos empresariales
Sus fracasos empresariales en el teatro la dejaron en la ruina y probó suerte en el cine. Debutó con ‘Usted puede ser un asesino’, de José María Forqué, con Alberto Closas y José Luis López Vázquez. Un exitazo al que seguirían títulos como ‘Mi hija Hilldegard’, ‘Bearn’, ‘El crimen de Cuenca’, ‘Las bicicletas son para el verano’ o ‘Retrato de familia’, que la consolidaron como una de las intérpretes más sólidas de nuestro cine. Se la rifarían todos los grandes cineastas de modo que trabajó a las órdenes de Luis García Berlanga, Luis Buñuel, Pedro Olea, Jaime de Armiñán, Fernando Fernán Gómez, Pilar Miró y Pedro Almodóvar.
La salud le jugaría una mala pasada y una otitis mal curada acabó en meningitis. La dejó en coma y le mantuvo dos años en cama. “Estuve muy cerca de la muerte, la vi y aprendí que cuando llegue será como una gran paz” dijo sobre ese duro episodio cuya secuela fue una leve paraxia facial. “No le tengo miedo a la muerte; descubrí entonces que lo mejor de la vida es lo más pequeño. Por eso me ve tan serena”, aseguró.