Vivimos en un país putrefacto

Continuamente debatimos sobre una memoria histórica que deriva en los crímenes del franquismo. Nos hemos tenido que tragar la herencia de Franco, que lo dejó todo atado y bien atado, si a ello unimos una Corona bajo mínimos, sobre la que aún se está debatiendo, a estas alturas, si sentar a una persona de la Familia Real en el banquillo, asistimos a una intocabilidad real en relación a los casos Nóos y Aizon. En ambos se ha citado a la esposa de Torres y no a la otra parte, la cual tiene tanta culpabilidad como la que más. Sin embargo, a ellos se les prepara un retiro dorado, bien remunerado y con una escolta protectora que pagamos con el dinero de todos. De esta manera, apremiamos la corrupción que no sólo la Justicia pone en práctica con cierta frecuencia, y según los casos, sino también a una Jefatura de Estado que nos ha hablado de igualdad ante las leyes y día a día vemos cómo no es así. La mentira nos la hemos tragado como algo tan normal, aun viendo de donde venía, en este caso, de los duques de Nóos y al mismo tiempo excondes de Aizon. Mucho nos tememos que al final todo quedará en nada e incluso haya que rendir pleitesia a la máxima figura de nuestra nación. Estamos rodeados de putrefacción y ya no nos damos ni cuenta de los malos olores.