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Apuntes

Un escarmiento en Tráfico

Más allá de las responsabilidades penales que se deriven de la investigación, el cambio de modos en la Delegación Provincial debe ser profundo e irreversible

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Cuentan sus colaboradores que, nada más llegar al Ayuntamiento, con apenas unos días como alcaldesa, Teófila Martínez ordenó que se instalara una caja de una entidad financiera en la propia casa consistorial. Cuando le preguntaron el motivo, dijo que no quería a ningún funcionario manejando dinero en metálico, por lo visto, dijo una frase que a muchos se les ha quedado grabada: «No quiero a nadie tocando dinero, que el dinerito se queda pegado en los dedos». Y esa norma tan prudente viene a la memoria estos días en los que se van conociendo detalles de la presunta trama de corrupción y pequeños sobornos en la Delegación Provincial de Tráfico. Según las diligencias judiciales a las que ha tenido acceso LA VOZ, algunos trabajadores del centro (una cuarta parte de la veintena de imputados) habrían pedido pequeñas cantidades de dinero por facilitar exámenes de conducir, agilizar trámites o reducir la pérdida de puntos del carné. Lo más llamativo del supuesto caso es lo artesanal de los métodos, lo informal de las técnicas. Incluso, los investigados quedaban en bares y locales de la zona para intercambiar papeles y sobres con dinero. A la luz del día y ante decenas de ignorantes testigos.

Si esos hechos quedan probados y al margen de las responsabilidades penales que fijen los tribunales, queda claro que Teófila tenía razón y que el cambio de modos en Tráfico debe ser profundo e irreversible. Ya ha comenzado y debe seguir. Las nuevas tecnologías o los terminales bancarios, los cajeros automáticos y la telemática deben ser aliados para que ningún funcionario se vea en la tentación de manejar dinero en metálico ni pueda alterar alegremente pequeños trámites de forma individual.