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El líder del SPD, Sigmar Gabriel, explica ayer la decisión de su partido. :: TOBIAS SCHWARZ / REUTERS
MUNDO

El salario mínimo, la línea roja del SPD

Los socialdemócratas apoyan la 'gran coalición' con Merkel, por una aplastante mayoría pero exponen diez puntos irrenunciables

JUAN CARLOS BARRENA
BERLÍN.Actualizado:

Los socialdemócratas alemanes han metido ya la directa hacia la 'gran coalición'. Con una amplia mayoría -el 86%-, el «convento» o pequeño congreso del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) aprobó ayer la propuesta de su presidente, Sigmar Gabriel, de iniciar esta misma semana negociaciones con la Unión de cristianodemócratas y socialcristianos bávaros (CDU/CSU) de la canciller federal, Angela Merkel, para una alianza política de gobierno y dirigir juntos los destinos del país en los próximos cuatro años.

Tan sólo 31 de los 229 delegados de los distintos gremios del todavía principal partido de la oposición germana votaron en contra y sólo dos se abstuvieron de proporcionar a la Unión esa más que sobrada mayoría parlamentaria que se derivará de la fusión en el ejecutivo de las dos mayores formaciones políticas de Alemania. Un respaldo mayor del esperado por el propio Gabriel. Los asistentes condicionaron, sin embargo, el éxito de esas negociaciones a un catálogo de diez puntos con las exigencias que el SPD considera irrenunciables para aceptar gobernar como socio menor de los conservadores, entre ellas la introducción de un salario mínimo interprofesional para todo el territorio nacional de 8,50 euros la hora.

Aunque reconoció que las negociaciones podrían llegar a fracasar, Gabriel subrayó que «cuando se toma la decisión de iniciar negociaciones para la formación de una coalición se hace con la intención de llevarlas a poder ser a un exitoso final». Y también se mostró entusiasmado cuando dijo al término de la reunión que «nos alegramos de los debates que nos esperan con la Unión». Ahora bien, reconoció que las discusiones se avecinan largas cuando anunció que no esperaba acuerdos definitivos hasta poco antes de Navidad.

La respuesta de la otra parte fue casi inmediata y naturalmente en tono más que positivo y amistoso, aunque también marcando posiciones. «El SPD ha vuelto a subrayar los intereses centrales de la socialdemocracia. Pero a la vez hay que tener en cuenta que el gran éxito electoral nos ha concedido el mandato de defender en las negociaciones de coalición contenidos esenciales de nuestro programa electoral. Estoy seguro de que llegaremos a compromisos justos», declaró el secretario general de la CDU, Hermann Gröhe.

Participantes en la reunión a puerta cerrada en la Willy Brandt Haus de Berlín, la sede de la socialdemocracia alemana, subrayaron que el voto del «convento» fue tan claro gracias en gran parte a la intervención de la influyente primera ministra de Renania del Norte-Westfalia, Hannelore Kraft. La líder del SPD en el Estado más populoso del país había sido hasta la tercera reunión exploratoria entre socialdemócratas y conservadores una de las mayores escépticas y críticas hacia una posible gran coalición. Se le consideraba la voz de las bases, hasta ahora muy reticentes a reeditar esa alianza que ya gobernó Alemania entre 2005 y 2009.

Tras su conversión al 'grancoalicionismo' el pasado jueves con motivo de la última ronda de contactos de sondeo entre las dos grandes formaciones, Hannelore Kraft fue en la reunión de los principales gremios del SPD una de las dirigentes que con mayor entusiasmo defendieron iniciar las negociaciones con la Unión. Algunos presentes comentaron a la salida que la carismática política dijo, entre otras cosas, que no sería capaz de mirar a la cara a la peluquera o el cuidador de ancianos mal pagados del Este de Alemania si los socialdemócratas no trataran de conseguir mejoras para ellos.

En la reunión hubo, naturalmente, fuertes discusiones, sobre todo por parte del ala izquierda de la socialdemocracia, para la que el catálogo con los diez puntos irrenunciables del partido en las negociaciones con los conservadores se quedaba corto. Había consenso con la exigencia del salario mínimo, la lucha contra el empleo precario, la mejora de las pensiones o mayores inversiones en educación, ciencia e infraestructuras.

Para ese ala, sin embargo, resultaba inexplicable que el SPD no exigiera ahora subidas impositivas para los más adinerados y mejor pagados de Alemania y no reclamara la renuncia a la introducción de la llamada «prima del fogón», esa subvención ideada por los socialcristianos bávaros para apoyar a las madres que renuncian a enviar a sus hijos a la guardería entre los 15 y 36 meses de edad y con ello a su integración social en el caso de los vástagos de familias inmigrantes.

Ni hablar de recortes

Para contentar al grupo más exigente se accedió a incluir en la formulación de esa lista de exigencias que el SPD presentará a los conservadores el miércoles próximo al inicio de las negociaciones un párrafo en el que se subraya que los proyectos de la 'gran coalición' nunca podrán ser financiados mediante recortes en el área social. En el documento se echa también en falta la demanda del SPD de equiparar totalmente los matrimonios homosexuales al permitirles la adopción de niños. Tanto la canciller Angela Merkel, como el presidente de Baviera y líder de la CSU, Horst Seehofer, habían indicado que en ese punto no estaban dispuestos de manera alguna a transigir.

Los socialdemócratas reclaman, sin embargo, la introducción del llamado freno a los alquileres para evitar subidas desproporcionadas y acelerar la equiparación de las pensiones en el occidente y oriente del país. Asimismo demandan un impuesto de transacciones financieras, una lucha intensa contra el fraude fiscal, más dinero para ayuntamientos y mancomunidades, pensiones dignas para quienes pagaron sus cuotas durante largo tiempo y la doble ciudadanía para los inmigrantes que llevan muchos años en este país y no quieren renunciar a la propia.

El núcleo de las exigencias del SPD es, como han insistido en las últimas semanas, la introducción del salario mínimo. «Para nosotros es algo innegociable, así como las subidas de impuestos son algo inaceptable al parecer para la Unión», explicó el presidente del SPD del Sarre, Heiko Maas.

Una vez puestas en marcha las negociaciones se espera que ambas formaciones constituyan varios grupos de trabajo con expertos para ir abordando en paralelo los distintos temas a discutir. Y aunque finalmente lleguen a un acuerdo en todos los puntos, la 'gran coalición' necesitará ser sancionada por las bases del SPD. Gabriel se comprometió ya mucho antes de las conversaciones exploratorias a que los 470.000 afiliados del SPD tengan la última palabra. Además de imponer un máximo de exigencias a la Unión, el líder socialdemócrata tendrá que convencer a sus escépticos correligionarios de que los resultados obtenidos en las negociaciones hacen que merezca la pena ser socio menor de una coalición con Merkel, aún a riesgo de sufrir un nuevo batacazo electoral al término de la legislatura.