La recuperación de España y la implicación de Brasil, claves para el futuro de las cumbres
El proyecto político iberoamericano corre el riesgo de caer en la irrelevancia internacional o incluso de desaparecer
Actualizado: GuardarLa reciente Cumbre Iberoamericana de Panamá ha puesto de manifiesto que la comunidad de los dos lados del Atlántico pasa por sus horas más bajas, que incluso podría estar al borde de caer en la insignificancia o, aún peor, de la desaparición. El encuentro entre mandatarios de uno y otro lado del Atlántico contabilizó hasta once ausencias de jefes de Gobierno, una cifra récord desde la instauración de estas citas. En la cita de hace un año en Cádiz se puso en marcha un proceso de renovación que debía consolidarse en Panamá, pero que vistos los resultados deja aún más incógnitas si cabe sobre el futuro de la Comunidad Iberoamericana, cuya continuidad requiere la superación de importantes retos.
La recuperación económica de España se presenta como un factor determinante. Junto a México, fue el país que impulsó el proyecto en 1991. Y como entonces de los 22 países que conforman la Comunidad Iberoamericana España es el más interesados en su supervivencia. Al margen de la importancia de los vínculos históricos y culturales, sirve como inmejorable puerta de acceso a la inversión en América Latina, donde por volumen España solo es superada por Estados Unidos y donde están presentes las mayores empresas nacionales, que en muchos casos registran mayores beneficios en el continente sudamericano que en el mercado nacional.
La salida de la crisis también supondría una buena noticia para los países más pobres de la región. Durante los últimos 20 años, la cooperación española jugó un papel muy importante al otro lado del Atlántico, pero la recesión ha limitado la ayuda española al desarrollo y una recuperación significaría un aumento de los fondos para esta partida. En este sentido, los más beneficiados serían los centroamericanos, a la cola en la riqueza del continente.
Aún con una España reforzada en el plano económico y político la acción iberoamericana quedará siempre limitada sin un respaldo decidido y participativo de Brasil. El gigante de la región, con 190 millones de habitantes, presenta el mayor PIB de la comunidad, muy por delante de España y México. Su presidenta, Dilma Rousseff, no es una entusiasta de una organización en la que su país nunca se ha sentido integrado. Así, en sus tres años de mandato Rousseff solo ha asistido a la cita de Cádiz, un mérito que se atribuye a la mediación del Rey.
La ruptura bolivariana
La Cumbre de Panamá hizo patente la ruptura de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Esta organización creada por Hugo Chávez agrupa a la mayor parte de países latinoamericanos gobernados por la izquierda. Ninguno de los miembros del ALBA, entre los que se encuentran Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba o Nicaragua, asistió a Panamá. El aislacionismo hacia el que está girando el presidente venezolano Nicolás Maduro, obsesionado con intentonas golpistas para derrocarle, puede llevar a una ruptura con la Comunidad Iberoamericana, donde muchos de sus miembros son estrechos aliados de Estados Unidos.
Otro de los aspectos a mejorar es el de la funcionalidad. En una comunidad de 22 países un órgano central con capacidad de actuación resulta imprescindible. En Panamá se ha dado luz verde al fortalecimiento de la Secretaria General Iberoamericana, al frente de la cual aún se debe elegir al sustituto de Enrique Iglesias. En la Cumbre se daba por seguro el nombramiento de la costarricense Rebeca Grynspan, pero la falta de consenso aplazó la decisión hasta diciembre. Al próximo secretario general corresponderá hacer realidad proyectos como el de un sistema de intercambio de estudiantes iberoamericanos semejante al Erasmus europeo o la unión por medio de un cable submarino de la Península con Sudamérica.