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La estancia dedicada a la 'sala de baño' nos muestra un lavabo, un bidet y un retrete de principios del siglo XX. / Efe
la higiene a finales del XIX

Una visita al 'excusado' de nuestros abuelos

El Museo Cerralbo, situado en pleno centro de Madrid, recrea los primeros espacios domésticos destinados al aseo y el cuidado personal

SERGIO PEREA
MADRIDActualizado:

El Museo Cerralbo ofrece a sus visitantes desde el martes 15 la muestra ‘Toilette: la higiene a finales del siglo XIX’, una ocasión única para evocar el universo del aseo íntimo y la cosmética en un momento en que la higiene y la imagen personal comenzaban a adquirir un protagonismo inapelable.

La exhibición se enmarca en el programa ‘Miradas’, una serie de muestras en formato reducido objetivo central es el de “recuperar la esencia de los interiores domésticos” del ‘fin de siècle’, en palabras de Cecilia Casas, comisaria de la exposición. La selección es el resultado de las investigaciones llevadas cabo por el museo, en colaboración con otras instituciones como el Museo del Traje y varios coleccionistas privados, presentadas “de forma amena y didáctica”.

La estancia elegida por esta muestra es la que nuestros antepasados destinaban al aseo personal, que comenzó a adquirir importancia entre sectores acomodados bajo la denominación francófona ‘toilette’, que reemplazó la noción clásica de aderezo o compostura y terminó por “democratizar” su función con la introducción paulatina en el espacio doméstico de ‘salas de baño’ y tocadores. En sus inicios no pasaba de una excentricidad aristocrática pero terminó como una de las claves en el desarrollo de las urbes y el crecimiento de las clases medias.

El equipo científico del Cerralbo logra plasmar la esencia a aquellos interiores con una puesta en escena de piezas originales de la propia casa-museo y diversos objetos cedidos por el Museo del Traje.

Higiene para hombres y mujeres

La muestra presenta en una primera estancia un área de aseo en el contexto del dormitorio. Un tocador femenino con un mueble que hacía las funciones de escritorio y costurero y alberga en la recreación los elementos esenciales de belleza: crema y polvos de arroz para el rostro, colorete y un pequeño joyero. El área destinada al aseo del varón encontramos los útiles destinados al afeitado, un proceso casi ritual que seguían con meticulosidad.

Pero la gran aportación que en este momento supuso la entrada de la higiene en el ámbito doméstico fueron las denominadas ‘salas de baño’. Al no llegar el agua corriente a los dormitorios, su instalación se hizo esencial a comienzos del siglo XX, primero en hogares de alta alcurnia y poco a poco, también entre sectores más modestos. Así, en la muestra podemos contemplar cómo eran los primeros baños individuales con ejemplares únicos: un mueble lavabo, un retrete de porcelana y un bidet, reconstruido para la ocasión. Una revolución que hace un siglo era un privilegio al alcance de muy pocos.

A finales del siglo XIX aparecen además los primeros productos para el cuidado personal. La recreación de los primeros aseos conviven en la muestra con la exhibición los primeros cosméticos. Jabones, polvos de arroz o coloretes de marcas punteras de la época como La Toja, Gal o Jacob Delafon así como con una cuidada selección de grabados y carteles de gran valor artísticos que aquellos pioneros de la industria de la imagen personal utilizaban como reclamos.

‘Toilette: la higiene a finales del Siglo XIX’ se exhibirá hasta el próximo 12 de enero en el Museo Cerralbo’, situado en el barrio madrileño de Argüelles. Además de la recreación de los primeros aseos domésticos es de obligada visita el resto de la colección albergada en este palacete decimonónico. A lo largo de sus tres plantas, dos pisos y un entresuelo, se puede contemplar la colección del Marqués de Cerralbo, legada tras su muerte al Estado, y que recoge obras pictóricas, escultóricas y antropológicas de gran valor histórico y artístico.