Un virus con efectos balsámicos

El temido ‘virus FIFA’ produjo esta vez un efecto balsámico en el Real Madrid. Tras derrotar ‘in extremis’ al Levante y agarrarse a la Liga más por orgullo y agallas que por juego y merecimientos, los internacionales de Carlo Ancelotti encontraron en las concentraciones con sus respectivas selecciones el ambiente ideal para cambiar de registro, recuperar la calma y reflexionar. Y los que se quedaron pudieron ejercitarse sin tensión en Valdebebas. Una especie de minipretemporada para paliar la nefasta preparación veraniega.

Si hace un par de semanas los críticos daban el torneo de la regularidad casi por perdido y se cruzaban incluso apuestas sobre si Carletto se comería el turrón, ahora las opiniones coinciden en devolver a los merengues a su condición de favoritos en todos los frentes. De asumir un ‘match ball’ en contra, a llegar a la Ciudad Condal con opciones de dar caza a los culés, no de ponerse líderes como se ha dicho y escrito. De momento se antepone el ‘average’ general al particular y, a día de hoy, los azulgrana presentan un diferencia de +22 goles y y los blancos de +10.

A cuatro días de poder dejar virtualmente sellado ante la Juventus el pase a octavos de final de la Liga de Campeones -los de Antonio Conte sólo pudieron empatar ante el Copenhague y el Galatasaray en las anteriores jornadas y en la Serie A sufrieron el domingo una remontada humillante en Turín ante la Fiorentina (2-4)-, el Madrid al fin dio la sensación de ser un equipo bien afinado, con buena partitura y director de orquesta. Ante un Málaga vulgar, transmitió las primeras señales de equipo fiable, solvente y con alternativas.

«Empieza bien la semana. Me ha gustado la actitud del equipo y su forma de defender más agresiva y compacta. Espero que en los próximos partidos tengamos la misma intensidad», insiste Ancelotti, feliz por la convincente reacción de sus pupilos, más atentos, concentrados y equilibrados. Fueron un vendaval y sólo Willy Caballero evitó efectos devastadores para los de Schuster.

Continuidad

El Madrid del sábado disfrutó de continuidad en su juego, fue capaz de presionar arriba y de ahogar al rival, jugó con intensidad, estuvo equilibrado en defensa, se proyectó por las bandas, no tuvo necesidad de cometer faltas hasta la hora de juego y dejó su puerta a cero, lo que no lograba Diego López desde el 17 de febrero. Gareth Bale jugó un cuarto de hora sin resentirse y la afición mostró su apoyo al equipo sin fisuras.

La duda es saber si Ancelotti será capaz de mantener dos laterales ofensivos como Carvajal y Marcelo ante la Juventus, y sobre todo, en el Camp Nou, y si insistirá en Morata en detrimento de Benzema, ya recuperado de sus problemas en el gemelo. Gracias al delantero madrileño, el equipo no se partió, ejecutó la presión alta, robó un sinfín de balones y llegó fácil.

Corrió como no lo hacía en los equipos inferiores hasta que Toril y Mourinho, como confesó el sábado el propio Morata, le exigieron ser más trabajador y solidario. «Trato de aprovechar cada minuto, dar el máximo y presionar», remarcó el internacional sub-21, antagónico a Karim. Ancelotti estudia una tercera vía para el clásico que consistiría en alinear a Bale de extremo izquierdo y trasladar a Cristiano a la posición de ariete. Le satisfizo al preparador de Reggiolo la capacidad mostrada por Illarra por mover al equipo a un toque y el crecimiento de Khedira al lado del guipuzcoano. El alemán jugó uno de sus mejores partidos en el Madrid, con ese potencial para desplegarse de área a área que exhibió en Alemania. Lo más negativo fue la actuación de Isco, desubicado y pesadote.