Mutaciones de consumo
Actualizado:Antes, el pan se vendía en panaderías o en los hornos. Ahora se compra congelado y precocinado, en cualquier súper o tienda. Los libros, desde las librerías y El Corte Inglés, han saltado a internet a 'venderse', pues los libros electrónicos se leen cada vez más, pero casi no se compran porque pueden descargarse gratis. Mientras tanto, las librerías aguantan hasta decir no puedo más. Y algunas de ellas, para sobrevivir se han convertido en cafeterías. Hasta hace nada, todo el quería beber bajaba a un bar. Ya no hace falta. Muchos van directamente al súper y suben el alcohol a casa. También el cine se ha refugiado en las casas. Aunque a algunos les extrañe, todavía hay salas abiertas en el centro de esta ciudad que proyectan películas de estreno. Y muchas medianas y pequeñas capitales de España ya no pueden decir lo mismo. La música, ya sólo se vende y con cuentagotas, en ciudades grandes. El consumo audiovisual digital, o se realiza como el de sus compañeros de soporte, los libros, o ha quedado para regalar por navidad. Volviendo a esta ciudad, resulta triste que las merluzas se vendan más en Mercadona que en la Plaza, porque cuando podemos ir está cerrado. Y en otras ciudades sí se han empeñado en abrir por las tardes.
Muchos cambios pueden suponer una mejora. Otros, no encierran, como con el pan, más que ventajas para la distribución y el precio, pero el género ha mermado su calidad. Los cambios en el consumo reflejan los cambios de hábitos sociales, y ahora se ven contagiados por el espíritu precario que la crisis nos va pegando. Ahora, el comercio se retrae y gran parte del consumo final se realiza en los hogares de forma privada y ante un ordenador. El consumidor; es decir, cada uno de nosotros, tiene mucho que decir para que ciertas prácticas se perpetúen, se transformen o vuelvan a su punto de partida.
Mientras tanto, por una costumbre de otro tiempo y otra ciudad, sigo a la espera de un quiosco donde pueda comprar la prensa a primera hora de la mañana, no cuando abren las tiendas. Pero como no lo encuentro en Cádiz, tendría que abrirlo yo mismo. Me lo estoy pensando, si es que la prensa en papel, entretanto, sobrevive.