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MUNDO

Los alemanes quieren el salario mínimo

Casi un mes después de las elecciones que dieron el tercer mandato a Merkel, los ciudadanos respaldan el programa que persigue el SPD

JUAN CARLOS BARRENA
BERLÍN.Actualizado:

Los alemanes respaldan mayoritariamente a los socialdemócratas en sus demandas ante las anunciadas negociaciones con los partidos de la Unión de la canciller federal, Angela Merkel, para una nueva 'gran coalición' de gobierno, que ambas formaciones pactaron el miércoles e iniciarán la semana próxima. Un 83% de los ciudadanos desea la introducción de un salario mínimo interprofesional de 8,50 euros la hora para todo el territorio nacional y un 69% defiende el aumento del tipo de cotización máxima del IRPF para que los más ricos paguen también mayores impuestos. Ambas son demandas básicas de los socialdemócratas (SPD) y cuestiones polémicas a resolver en las previstas negociaciones para una 'gran coalición' con los cristianodemócratas y los socialcristianos bávaros (CDU/CSU).

La encuesta del 'Politbarometer', el barómetro político de la cadena de televisión pública ZDF, revela además que el 61% de los alemanes considera que la 'gran coalición' de conservadores y socialdemócratas es la alianza más adecuada para afrontar los problemas del país la próxima legislatura. En este punto son mayores aún los porcentajes de los seguidores de los partidos implicados. Un 76% de los simpatizantes de los conservadores y un 67% de los votantes socialdemócratas desean esa 'gran coalición'.

Pero no hay que confundir simpatizantes con afiliados. Los 470.000 con carné del SPD son mayoritariamente contrarios a esa reedición de la entente que ya gobernó Alemania con Merkel como canciller entre 2005 y 2009. Los socialdemócratas salieron escaldados de la experiencia, perdieron casi el 30% de sus apoyos en las elecciones de hace cuatro años y temen que la pesadilla se repita en 2017 por la amenaza de ser fagocitados de nuevo por la mantis religiosa Angela Merkel. La dirección del partido y su presidente, Sigmar Gabriel, tendrán que conseguir suficientes concesiones de los conservadores para convencer a sus bases de que la nueva alianza no resulta perjudicial, toda vez que los afiliados tendrán la última palabra en una votación, después de las negociaciones, para decidir si el 'matrimonio' se consuma.

La encuesta del 'Politbarometer' revela también que el 70% de la población aprueba la exigencia solitaria de los socialcristianos bávaros -que rechazan tanto el SPD como la CDU- de introducir algún tipo de 'peaje' para vehículos extranjeros que circulan por las carreteras y autopistas del país, hasta ahora libres de tasas para todos.

Dinero o integración

Por el contrario, un 59% rechaza la llamada 'prima del fogón', introducida con fórceps por la CSU y aceptada a regañadientes por la CDU de Merkel y los ya casi extintos liberales el pasado año. Se trata de una subvención de 150 euros mensuales que se abonará desde el próximo 1 de agosto a las madres de niños de 15 a 36 meses de edad que renuncien a enviarlos a la guardería para criarlos en casa. El SPD y el resto de la oposición criticaron su aprobación y bloquearon su ratificación en el Bundesrat, la Cámara alta, con el argumento de que muchas familias inmigrantes preferirán el dinero a la integración de sus vástagos en el sistema preescolar. Enviada a la llamada comisión mediadora entre las dos cámaras legislativas, se encuentra aún pendiente de aprobación definitiva.

Entretanto, el líder de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, advirtió contra expectativas exageradas de cara a la posible 'gran coalición'. El fuerte resultado electoral de la Unión, que obtuvo 16 puntos más que el SPD, complicará obtener objetivos como el salario mínimo y otras demandas de su formación. «La socialdemocracia afronta la misión de imponer todas esas cosas en la política gubernamental pese a no haber recibido el mandato para ello», dijo Gabriel ayer en el congreso del Sindicato de Minería, Química y Energía, ante cuyos delegados señaló que sólo quiere «dejar claro de forma precavida que no será una tarea fácil».

Pese a no tener todavía nada concreto y mucho menos firmado en la mano, aunque sí seguramente compromisos verbales por parte de la Unión para iniciar negociaciones de coalición, se espera que Gabriel y su equipo de 'exploradores' reciban mañana la bendición del 'convento' o pequeño congreso del SPD a su propuesta de buscar con los conservadores puntos en común para gobernar juntos los próximos cuatro años. Un rechazo de los 200 delegados que representan a los principales gremios de la histórica formación supondría el fin de Gabriel como presidente, como muy tarde, en el congreso ordinario de mediados de noviembre.

Hannelore dice sí

La opción de negociar tiene además el visto bueno de la hasta ahora más escéptica dirigente socialdemócrata, la primera ministra de Renania del Norte-Westfalia, Hannelore Kraft, considerada la voz de las bases críticas. «Es posible el cambio político por el que el SPD lleva luchando desde hace años», argumentó la carismática líder socialdemócrata para explicar su respaldo ahora a las negociaciones con los conservadores. «Podemos alcanzar mejoras sostenibles para la gente. Ésta es desde hace 150 años la meta del SPD y es lo que debemos hacer, siempre que podamos», dijo Kraft.

Además concretó las demandas que el SPD quiere imponer a sus interlocutores y que van desde «la introducción del salario mínimo a claras mejoras para el buen trabajo en Alemania, por ejemplo en los empleos subsidiarios y temporales. Pero también en la equiparación entre hombre y mujer, las pensiones y la atención de ancianos discapacitados, el derecho de asilo y la doble ciudadanía. Y algo muy importante para mí: una mejor educación, un mayor apoyo a los municipios y mancomunidades y el saneamiento de las infraestructuras».

Ante tamaño catálogo de materias a discutir, a los alemanes les esperan semanas de duros y tensos debates antes de que conservadores y socialdemócratas terminen de consensuar un programa de gobierno.

de los 28 países de la Unión Europea tienen garantizado un salario mínimo. Los que no, como es el caso de los escandinavos, lo compensan con otros acuerdos en la negociación colectiva y cuentan con un menor porcentaje de trabajadores con bajos ingresos que el que existe ahora en Alemania.

es el porcentaje de alemanes que se benefician ahora de algún tipo de acuerdo entre sindicatos y empresarios, pero llegaron a ser el 70% en 1998. Los partidos conservadores han auspiciado siempre este tipo de acuerdos, por entender que el salario mínimo equivale a una interferencia política.