'Demonios familiares', la próxima novela de Ana María Matute
La escritora adelanta el título de su próxima obra en un encuentro celebrado en el congreso 'La literatura de los Premios Cervantes'
| CÁDIZ.Actualizado:«Algunas noches el coronel oía llorar a un niño en la oscuridad...» Éste es el inicio inédito de la próxima obra de una de las mejores escritoras españolas de todos los tiempos, Ana María Matute. El inicio de su próxima novela y su título también revelado: 'Demonios familiares', fueron dos regalos que la autora hizo a los asistentes al encuentro literario celebrado ayer en Jerez con motivo del XV Congreso de la Fundación Caballero Bonald. Matute se presentó ante los asistentes con el espíritu de «la niña o la muchacha que nunca dejó de ser», tal y como la definió la escritora Juana Salabert.
A sus 88 años conserva la ternura y la capacidad de asombro de una chiquilla pero, a la vez, en sus bromas asoman una crudeza y una ironía que delatan vivencias muy duras. Desde la infancia feliz en el seno de una familia acomodada en la Barcelona de los años 20 hasta la posguerra y la censura franquista. Desde aquella niña de 17 años que se presentó por propia iniciativa en la editorial Destino con sus calcetines blancos para presentarle al entonces director, Ignacio Agustí, su primer manuscrito, hasta la madre angustiada que con un hijo pequeño y enfermo de difteria cedió ante la censura para poder cobrar el adelanto de un libro. «Por un niño se hace cualquier cosa... Pero después lo saqué tal cual era, con todos sus defectos, y sin censura», reía ayer Ana María Matute. Hacía referencia a su obra 'Luciérnagas', que fue finalista del premio Planeta en 1949. El censor paralizó el primer borrador de Matute y dio una guantada sin mano en el orgullo de la autora en el peor momento, cuando dependía de los ingresos de sus escritos para comprar medicamentos para su bebé de siete meses. En 1955 Ana María Matute la publicó totalmente modificada con otro título y en 1993 la reeditó tal y como la había imaginado casi medio siglo antes. «¡Y ahí está!», recuerda triunfante la autora.
Ella dice que sus memorias no interesarían a nadie, pero en algo más de una hora de conservación se entrevieron detalles de una existencia interesante, quizá porque su forma de ver, su intención al mirar, lo convierte todo en parte de su tan citado universo mágico. La infancia es una parte sustancial de su obra, la mirada de los niños está presente en casi todas sus novelas. Junto a la magia de sus fantasías también se contrapone la crudeza de los chiquillos, especialmente a la hora de reflejar la pobreza. «Reconozco que los veranos en La Rioja me marcaron. Los niños, con los que jugaba, iban descalzos. Aquello era pobreza de verdad, no pasar dificultades. Yo me preguntaba; ¿por qué Donato o Fermín no pueden tener lo mismo que nosotros?», continúa preguntando la escritora. La Guerra Civil marcó su obra y su vida. «No se olvida jamás. Es muy recurrente. Yo tenía 11 años cuando empezó y no he podido olvidarlo», recordó Matute. Durante el encuentro de ayer en la Fundación Caballero Bonald, la novela 'Paraíso inhabitado' fue una referencia constante. El personaje principal de Adriana; Teo, apalizado por su homosexualidad; los colegios de monjas; el universo fantástico y el cine como escape de la realidad. Todo retrata a la perfección el universo de Ana María Matute, quien saltó en su discurso, a modo de una de sus novelas en las que prevalece el sentido circular del tiempo. Y recordó que en 'Cuaderno para cuentos' «la niña habla de una forma plástica, tal y como hablan las tatas. Ellas eran las que me daban más cariño. También me acuerdo muchísimo de las croquetas quemándome en la boca», evocó la niña que con once años escribía y leía a sus hermanos una novela sobre la Revolución Francesa. «Mi revolución les gustaba mucho más que la auténtica», ríe Matute.
Respecto al capítulo de premios, la autora se mostró encantada con todos los que ha recibido. Sólo le falta el Nobel, para el que sonó su nombre hasta en tres ocasiones en los años 70. «A mí me encantan los premios. Cuando me dieron el Cervantes gritaba: ¡¡Soy feliz!! Y la medalla de oro que me impuso el Rey era de verdad», señaló entre bromas la premiada autora. Que concluye diciendo que escribir es un «martirio» comparable a los vértigos que sufre ahora. «Pero como el libro ya lo tengo dentro, tengo que sacarlo. No hay más remedio».
Y Juan Marsé
Durante la jornada de ayer del Congreso Caballero Bonald también se hizo un repaso de la obra de Juan Marsé, otro grande de las letras españolas, y Premio Cervantes 2008. El catedrático y crítico literario, Santos Sanz de Villanueva hizo un recorrido por su producción literaria, junto al profesor Fernando Valls. Al final de la mañana se presentó el número 18 de la revista Campo de Agramante, publicada por la Fundación Caballero Bonald, en la que han intervenido el propio escritor, Fernando Valls y Jesús Fernández Palacios.