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Irán volverá a ahorcar a un preso que sobrevivió a un primer intento de ejecución

MIKEL AYESTARAN
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En medio del clima positivo generado tras la cumbre nuclear de Ginebra entre Irán y el 5+1, grupo formado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China) junto a Alemania, una denuncia de Amnistía Internacional (AI) muestra una cara menos amable de la república islámica. El organismo internacional pide a las autoridades iraníes que den marcha atrás en su plan de ahorcar por segunda vez a un acusado por narcotráfico.

Alireza M., de 37 años, sobrevivió a su primer intento de ejecución en la prisión de Bojnourd, en el noroeste del país, la semana pasada. AI relata que tras permanecer doce minutos colgado fue dado por muerto por los funcionarios, pero cuando su familia fue a recoger el cuerpo se encontró con que su pariente aún respiraba. Alireza fue ingresado de urgencia en un hospital donde «evoluciona de forma favorable» y, según ha adelantado un juez, «volverá a ser ahorcado una vez que el personal médico confirme que su estado de salud es lo suficientemente bueno».

El director de AI para Oriente Medio y Norte de África, Philip Luther, señaló que «llevar a cabo una segunda ejecución de un hombre que ha sobrevivido de esta manera y del que incluso se había certificado la muerte es simplemente abominable. Muestra la falta de humanidad del sistema judicial iraní». Según el organismo internacional, en 2012 hubo 508 ejecuciones en la república islámica, la mayoría por delitos vinculados con la droga, un problema creciente en un país que comparte una larga y porosa frontera con Afganistán, el mayor productor mundial de opio. Además de ser la ruta principal para la salida de la adormidera con dirección a Europa, la propia república islámica ha visto como el consumo se dispara entre sus ciudadanos. Los últimos datos de Naciones Unidas aseguran que el 2,2% de los adultos iraníes son adictos, el porcentaje más alto del mundo.

Organizaciones de derechos humanos como la Fundación Abdorrahman Boroumand lamentan que «el alto número de ejecuciones, la tortura y la impunidad no tienen espacio en los discursos de Rohani ni en las entrevistas de los medios internacionales. A excepción de los presos políticos, nadie pregunta por la situación de los derechos humanos en Irán», según recogen en su último comunicado, en el que denuncian «quinientas ejecuciones en menos de diez meses».