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La expulsión de una escolar gitana a Kosovo pone a Valls en la picota
Leonarda Dibrani, de 15 años, fue detenida durante una excursión con sus compañeros de colegio francés
PARÍS. Actualizado: GuardarLa expulsión a su país de una gitana kosovar de 15 años, detenida por la Policía durante una excursión escolar, ha puesto en la picota de la izquierda francesa al ministro socialista del Interior, Manuel Valls. La adolescente declaró ayer a la radio pública gala que en Mitrovica duerme con su familia bajo los puentes, que no la dejan ir a la escuela y que desea regresar con los suyos a Francia para «volver a clase y tener un futuro». Leonarda Dibrani, escolarizada en un colegio público del este de Francia, fue detenida el 9 de octubre tras ser obligada a bajar del autobús en el que iba a visitar con sus compañeros de clase una fábrica de Peugeot. Acto seguido fue conducida al aeropuerto de Lyon y expulsada en un vuelo a Pristina junto a su madre y cinco hermanos, en ejecución de una orden gubernativa. La víspera había sido desterrado el cabeza de familia, también por estancia irregular en Francia.
Según las autoridades, los Dibrani habían entrado irregularmente en Francia en enero de 2009 y agotado todos los recursos contra el rechazo a sus peticiones de asilo. También aseguraron que ningún policía subió al autobús en el que viajaba Leonarda Dibrani y que el arresto no fue presenciado por sus compañeros de viaje.
Sus profesores señalaron que a la familia de la inmigrante sólo le faltaban dos meses para cumplir los cinco años de estancia en Francia requeridos para una regularización excepcional. Tanto Leonarda como una hermana habían aprobado el nivel de francés exigido por la Administración. Los otros hermanos también estaban escolarizados, excepto el pequeño nacido hace un año en Francia.
La divulgación del caso provocó una fenomenal tormenta política en la izquierda francesa hasta el punto de que el Gobierno socialista contempló dar marcha atrás. «Si ha habido una falta, la orden de conducción a la frontera será anulada y esta familia regresará para que su situación sea reexaminada en función de nuestro derecho, de nuestros principios y de nuestros valores», prometió el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, en la sesión de control parlamentario.
Valls pidió sangre fría y aseguró que se había aplicado la ley con «inteligencia, discernimiento y humanidad». Pero hasta su colega de Educación, Vincent Peillon, reclamó que «se blinde la escuela y se cumplan nuestros principios de humanidad en el futuro». Más virulento el lider del Partido de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, exigió la dimisión del ministro del Interior con esta fórmula: «Demos a Valls a Le Pen».
Las violentas reacciones muestran que la izquierda no perdona a su ministro más a la derecha las declaraciones del mes pasado sobre la dificultad de integración de los gitanos y su vocación a volver a Rumanía y Bulgaria. Valls es el gobernante más apreciado por la opinión pública cuando el presidente François Hollande bate récords de impopularidad.