Fachada del bar Faisán. / Archivo
'CASO FAISÁN'

Así sucedió el chivatazo

El 'caso Faisán' es uno de los episodios más oscuros de la lucha antiterrorista

MADRID Actualizado: Guardar
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El 4 de mayo de 2006, a las 12.40 de la mañana, un Ford Focus sale a toda velocidad del bar Faisán, en el barrio fronterizo de Behobia de Irún (Gipuzkoa). En el asiento del copiloto va el dueño del local, Joseba Elosúa, y en el del conductor su yerno, Carmelo Luquín, que acaba de bajar la persiana de su perfumería tras la visita del suegro.

Con los nervios pegados al asiento, Elosúa le pide a Luquín que detenga el vehículo pocos metros después. Sale del coche y entra a paso rápido en el bar Xaia, en el mismo Behobia. Pide utilizar el teléfono público ante la sospecha de que su móvil estaba "pinchado". Con la voz aún temblorosa llama a José Antonio Cau Aldanur, el contacto en Francia de la red de extorsión de ETA, una de las patas de la financiación de la banda terrorista. «Quiero hablar urgentemente contigo; estoy en el coche y dime dónde quieres que te espere», le espeta.

Concretan la cita en el bar Talotegui de Petit Bayona, en Francia, a unos 37 kilómetros del lugar de la llamada. Durante la media hora que dura el trayecto, el dueño del Faisán, un bajito y rollizo septuagenario, le confiesa a su yerno que un 'txakurra' -término que los proetarras utilizan para designar a los policías nacionales- ha entrado en el bar hacia las 11.17 horas y le ha prestado su teléfono móvil para atender una llamada.

El relato de Elosúa es inconexo y repleto de silencios, pero el resumen es éste: «Me pasa el teléfono y me dice que tengo a la Policía en la frontera para coger a José Antonio (Cau Aldanur), que si pasa (a España) a por las nueve botellas de vino (nueve millones de pesetas de la recaudación etarra) le van a detener y me advierte: Ya sabes cuál es la situación actual política, ¿no?, porque hay quien quiere que esto se rompa y fastidiar el proceso».

Elosúa sigue sin salir de su asombro por el soplo recibido en pleno proceso de paz, después de que ETA anunciara mes y medio antes un parón de su actividad armada y con el Gobierno socialista verificando las posibilidades de una negociación. «¡Avisarme de la forma que me ha avisado!.. esto es... ¿cómo hostias?», comenta alterado.

"Chicharra" en el coche

Pero pese a la advertencia recibida de que no hablara por el móvil o dentro el coche al estar intervenidos, Elosúa no se pudo contener y la 'chicharra' (baliza) que días atrás había colocado la Policía en su coche, dentro de los preparativos de la 'operación Urogallo' contra la red de extorsión de ETA, desveló el 'chivatazo', el denominado 'caso Faisán', uno de los episodios más oscuros de la lucha antiterrorista.

Si el hostelero hubiera mantenido la cautela o el sistema de escucha no hubiese funcionado, los agentes que le seguían la pista jamás hubieran sabido que una filtración había frustrado la operación prevista para horas antes. Dicho lo cual, 49 días después del soplo, el 22 de junio, se desarticuló el aparato de extorsión etarra y se detuvo, entre otros, al dueño del Faisán y a Cau Aldanur. Pero para entonces algunas pruebas habían sido destruidas.