«Se compraban bebés a plazos, como neveras»
Inma Chacón aborda el doloroso drama de los niños robados, desde la posguerra hasta la democracia, en su última novela
Actualizado: Guardar«Robar la identidad y la memoria es como robar la vida». Lo asegura Inma Chacón (Zafra, 1954) autora de 'Mientras pueda pensarte' (Planeta), novela en la que fabula con los muy reales y dolosos casos de robo de niños que avergüenzan a nuestro país desde hace más de medio siglo. El drama comenzó con las presas republicanas a quienes hurtaron sus hijos, se mantuvo en la dictadura franquista, que proporcionó hijos a las muy católicas familias afectas al régimen que no podían tenerlos, y se mantuvo «y esto es los alucinante, con la Transición y la Democracia consolidada».
«Hay casos hasta en los años 90, lo que es mucho mas sangrante y exige muchas complicidades; personajes como la difunta sor María, pero también de funcionarios de registros y de matronas y personal sanitario» denuncia Chacón. Ella se basa en un caso real que leyó en un diario, «el de dos críos comprados a plazos a sus padre biológicos, como se compra un piso o una nevera» y que al conocer la verdad de adultos y «reaccionan de manera muy distinta».
Carlos, creativo publicitario, descubrirá con 40 años que fue robado en una clínica y dado ilegalmente en adopción con la complicidad de un médico, una monja y un taxista. Su gran amigo José Luis ha vivido una experiencia semejante. Es abogado y sabrá por su madre moribunda que también fue comprado al nacer a los miembros de una oscura trama. «Carlos, muy querido por sus padres adoptivos, desea conocer sus orígenes. José Luis, a quien sus padres adoptivos no supieron querer, no quiere saber qué pasó; no mira hacia atrás y desea vivir el presente, poniéndose una coraza ante el horror del pasado. Las dos opciones son válidas, pero si quieres construir el futuro has de conocer tu pasado», asegura la escritora.
Además de lanzar «un grito», Chacón quiere expresar su empatía con las víctimas de este execrable tráfico de indefensos seres humanos, con la familias rotas a causa de un drama «que comenzó siendo ideológico y que acabó siendo un negocio sostenido en la soberbia, la avaricia y la prepotencia de muchas personas». Lo hace con una novela coral, con distintos narradores que nos sitúan en distintos espacios y épocas para mostrar todas las facetas del drama.
«No juzgo a nadie, para eso están los tribunales, pero planteo muchas preguntas y busco respuestas», dice la narradora, finalista del premio Planeta en 2011 con 'Tiempo de arena', donde abordaba ya el drama que supone para una madre le quiten su hijos por prejuicios sociales. «¿Qué puede impulsar a alguien a arrancar a un crío de los brazos de su madre natural, a hacerle creer que ha muerto y a castigarlo con un vida mutilada emocionalmente? ¿Cómo reaccionaría cualquiera al saber de repente que es adoptado?». Son preguntas que, según Chacón, se formulan «muchas más personas de las que suponemos». Y es que algunas estimaciones hablan de 300.000 bebés robados entre los años cuarenta y lo noventa del siglo pasado. Unos robos institucionalizados «e imposibles sin la existencia de una trama muy bien organizada».
Las razones para este crimen son distintas en cada época que aborda la novela, que va de 1931 a 2004. «Primero fue por la ideológica perversa surgida del terrorismo bélico que justificaba separar a las madres republicanas de sus hijos recién nacidos; luego por el prejuicio moral que dictaminaba en el franquismo quiénes eran buenos padres o no, y que permitió hacer lo mismo; y al final por dinero, simplemente por negocio, convirtiendo a los críos en un producto mercantil, lo que supone el grado máximo de aberración», lamenta la escritora. «Convertir a una criatura en un objeto, comerciar con su vida es lo más grave. Supone al plena deshumanización de la maternidad», dice Chacón, gemela de la también escritora Dulce Chacón, cuya vida se truncó en plena madurez narrativa y que también en 'Cielos de barro' o 'La voz dormida' reivindicó «la memoria de todas esas madres y críos a quienes robaron la posibilidad de construir juntos sus recuerdos».
Inma disponía de ingente material real para armar la novela, con los detalles del tráfico bebés desvelados en los último años en los tribunales ante los que fueron imputados la difunta monja María Gómez Valbuena, y el doctor Eduardo Vela. Conoció también testimonios muy directos de personas con dudas más que razonables sobre su identidad. Pero preferió armar su ficción apoyándose en un único hecho real, «de modo que todo que narro es ficticio».
«Lo peor es la impunidad que se extendió por toda España, y la pasividad que permitió que hasta mediados de los noventa no se cambiara la Ley del Menor para proteger el derecho del adoptado a conocer sus orígenes», lamenta. «Todos son víctimas: los hijos, las madres naturales, y en algunas ocasiones las adoptivas, que cayeron en la trampa de los traficantes; al comprar los bebés fueron cómplices de los verdaderos verdugos, los organizadores de la trama», concluye.