Milagro verdiblanco en El Palmar
Cuando todo parecía perdido, un penalti de Dimitrievski metía en el encuentro a los locales, más afortunados que un filial demasiado piadoso El Sanluqueño remonta en los últimos diez minutos ante un Granada B con nueve jugadores
SANLÚCAR.Actualizado:¡Milagro!, ¡milagro! ¡Milagro en El Palmar! Cuando la ilusión parecía un imposible, cuando hasta el propio Sanluqueño había entregado la cuchara... ¡Tatachán! Por arte de magia, los puntos volaban de la chistera granadina para quedarse en terreno gaditano. En el minuto 80, después de haber sido incapaz de doblegar a un rival con uno menos, un penalti dejaba al filial rojiblanco con nueve futbolistas y uno de ellos vestido de portero. Entonces, se consumaba el truco, con los goles de Mendoza y Salvi. Y con un protagonismo absoluto: el del trencilla, estrella de un sainete que no le hizo gracia a ninguno de los dos.
Y eso que golpeaba pronto el filial, atípico, extraordinario, como todo lo que rodea a Quique Pina. No es un segundo equipo al uso que surte de efectivos al primero, sino un escaparate de futbolistas de distintas nacionalidades, eso sí jóvenes, para colocar en un futuro en aquellos sitios donde los reclamen. Pues con una seriedad mérito de su entrenador y una calidad comprada por el Rey Midas español, el cuadro rojiblanco se adelantaba en el luminoso. Nico agarraba a la primera, con potencia y colocación, el rechace de Ramón a un disparo seco desde fuera del área. El conjunto de Aguado sorprendía al Sanluqueño, y jugaba a placer con espacios, esperando al rival y generando mucho peligro al contragolpe.
Cuando se temía lo peor en El Palmar, ocurría una de esas acciones que cambia radicalmente el devenir de un duelo. El central visitante Marcelo agarraba ligeramente a Carlos, que disputaba un balón en dirección a la puerta rival. El colegiado, para sorpresa de todos y regocijo de los locales, expulsaba al zaguero y dejaba al Granada B en inferioridad.
Los gaditanos aumentaban su dominio, con muy poca profundidad, sin apenas crear ocasiones, mientras los rojiblancos no le perdían la cara al choque y asustaban a la contra. Pero al final se topaban con la zaga sanluqueña o con las decisiones caprichosas del trencilla.
La 'Leti' sufría, se mostraba incapaz de superar a su adversario pese a su superioridad. Pero ya con el tiempo cumplido, Mendoza calcaba la jugada que le costaba la expulsión a Marcelo, con un pase por encima de la defensa que dejaba solo a Óscar Silva frente al meta. Al mediapunta se le apagaba la luz y disparaba al muñeco desperdiciando la mejor oportunidad verdiblanca.
Los únicos cambios que se producían en la reanudación eran los de Rober por Villafañe y Muñiz por Diego, porque en el campo todo seguía igual. Hasta se vivía un nuevo esperpento arbitral, aunque esta vez con el Sanluqueño como perjudicado. Cuero veía la cartulina amarilla por una mano tan absurda como clara. Era la segunda, pero al colegiado se le olvidaba la que le mostró en la primera mitad. El Palmar estallaba al comprobar que el delantero colombiano seguía sobre el césped.
La polémica, y el cansancio granadinista, espoleaban a los verdiblancos, que se lanzaban al ataque con pocas ideas y mucho amor propio. La prueba del mal juego local es que todos los balones de ataque han de pasar por Mendoza, que no es más que el lateral zurdo. El jerezano empujaba, tiraba del carro, pero poco más podía hacer.
Los pupilos de Ríos lo intentaban con la estrategia. Un buen centro desde la izquierda lo cabeceaba Rober pero el testarazo se estrellaba en la cepa del poste. Por ímpetu, los gaditanos cercaban la meta del macedonio Dimitrievski, amonestado por perder tiempo en el saque de puerta.
Curioso que con uno más, en casa y con la necesidad de marcar, al Sanluqueño se le hacía largo el choque. Su incapacidad iba mermando la moral, y el Granada B se crecía, desbordando a la contra y perdonando la sentencia.
Y esa piedad, la que ofrecía un equipo joven y bisoño, precisamente era la que le mataba. Chakir metía un pase en profundidad, Silva llegaba antes a la bola y Dimitrievski lo derribaba en el área. Penalti. El filial se quedaba con nueve futbolistas, y con el jugador Titi como portero pues habían agotado los cambios. Mendoza igualaba y restaban 10 minutos para el milagro.
Y el milagro se producía en la tierra de la Manzanilla. Un córner desde la izquierda volaba por el corazón del área hasta que en el segundo palo lo remachaba Salvi a la red. Éxtasis. La providencia hasta desviaba en última instancia el lanzamiento de falta de Adolfo en el último suspiro.