¿También los sindicatos?

Si la corrupción de los partidos nos obliga a preguntarnos por lo que se ha hecho mal desde la llegada de la democracia, con los sindicatos sucede lo mismo o peor, porque se supone que su misión es defender al débil. En este caso estamos hablando del dinero que tendría que haberse utilizado para atender a los parados y formar a los trabajadores. La transición confirió a los sindicatos un gran poder que con el tiempo les ha hecho convertirse en organizaciones cada vez más separadas de la vida social y más auto-referenciales. Ese contexto explica, en gran medida, que se hayan visto involucrados en el que puede ser el mayor caso de corrupción de la democracia, los ERE de Andalucía. Sólo en instituciones que se han desvirtuado de un modo considerable es posible dar la espalda de este modo, durante años, a los trabajadores, a la gente real, a quien teóricamente defienden.