Cristina deja la campaña en el peor momento
La presidenta argentina supera con éxito una operación que la mantendrá alejada de la primera línea de la política durante un mes
BUENOS AIRES.Actualizado:Tras una intervención quirúrgica de urgencia para extraerle un hematoma alojado entre el cráneo y el cerebro, la presidenta argentina Cristina Fernández, de 60 años, evolucionaba ayer «favorablemente» en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario de la Fundación Favaloro en Buenos Aires, informaron los médicos. La cirugía transcurrió «sin complicaciones», según explicaron los profesionales que la atendieron en un escueto comunicado firmado por el director de la clínica, el doctor Gerardo Bosovich, y el encargado del Instituto de Neurociencias, el doctor Facundo Manes. Se trata de la segunda vez que la mandataria ingresa de urgencia en un quirófano. En enero de 2012 lo hizo para tratarse un tumor benigno de tiroides.
La información oficial sobre el estado de salud de la presidenta se difundió tres horas después de finalizada la operación y fue comentada con alivio desde el mismo sanatorio por el secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro. «La operación ha sido satisfactoria. Ha salido muy bien», declaró sonriente el funcionario, que también precisó que la presidenta estaba de «muy buen ánimo» y «de muy buen humor». Las declaraciones del portavoz fueron muy celebradas por las decenas de militantes que hacen vigilia a las puertas del hospital para transmitirle «fuerza» a la presidenta, que está acompañada por sus dos hijos, su madre y su hermana.
La nueva dolencia de Cristina Fernández causó un verdadero revuelo político el fin de semana. El sábado por la noche, tras nueve horas de estudios clínicos que no habían sido planificados ni informados previamente, se le detectó un «hematoma subdural crónico», producto de un traumatismo que habría tenido el pasado 12 de agosto. Si bien todavía no se ha dado una versión oficial de lo ocurrido, cobra fuerza la hipótesis publicada por varios medios locales en la que se informa de que tres días antes de esa fecha la presidenta resbaló al bajar del avión que la trasladó de Buenos Aires a Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, y que allí se habría golpeado la cabeza. Entonces se sometió a una tomografía que no arrojó marcas, pero los síntomas aparecieron más tarde.
La pelea por la sucesión
El hematoma que padecía presiona sobre el cerebro y puede derivar en cefalea, arritmia cardíaca o convulsiones. En la mandataria se manifestó el sábado con una cefalea y esa fue precisamente la causa de la consulta médica. Una vez hecho el diagnóstico se le recomendó reposo durante un mes. Cristina Fernández regresó entonces a la residencia presidencial de Olivos, pero al día siguiente y pese al reposo, la mandataria sintió un nuevo dolor de cabeza y un hormigueo en el brazo izquierdo con leve pérdida de fuerza muscular. Los médicos resolvieron entonces intervenir. La jefa de Estado ingresó el lunes al mediodía en la Fundación y fue operada ayer por la mañana con «éxito». De acuerdo a la opinión médica, el postoperatorio requiere de una semana de ingreso y después un proceso de reposo, que puede prolongarse durante más de un mes.
Ante este panorama, la presidenta, en plena campaña para las elecciones legislativas del 27 de octubre, ha delegado su poder en el vicepresidente Amado Boudou. La afección de la mandataria emerge en un momento crítico para el Gobierno, que afronta los últimos comicios de la legislatura. Fernández, que finaliza en 2015 su segundo mandato, no goza en esta ocasión de la popularidad de 2011, cuando fue reelegida con el 54% de los votos, circunstancia a la que hay que sumar el hecho de que todavía carece de un ahijado político preparado para pelear por la sucesión.
Si se suman las denuncias de corrupción, la elevada inflación y los rumores de devaluación, los comicios para renovar las cámaras se antojan complicados para la formación de Cristina Fernández. En las primarias, que se celebraron el 11 de agosto, el oficialismo obtuvo un magro triunfo a escala nacional, pero fue derrotado en la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito del país. Ahora, la ventaja del ganador en esa provincia, Sergio Massa, se prevé aún mayor frente al oficialista Martín Insaurralde, el candidato de la presidenta, que tendrá que remar contra corriente sin el empuje de su valedora.