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Los señores de la guerra afganos se disputan el relevo de Karzai

Hasta 16 candidatos pugnan en los comicios presidenciales, que coincidirán con el repliegue definitivo de los efectivos de la OTAN

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La semana pasada, por segunda vez en un mes, los afganos volvieron a echarse a las calles de las principales ciudades del país. No fue en señal de protesta ni por motivos políticos o religiosos; la selección nacional de criquet se clasificó para el Campeonato del Mundo de Australia y Nueva Zelanda de 2015 tras superar a Kenia y la gente quiso celebrarlo en público. Los éxitos deportivos han eclipsado la carrera por el sillón presidencial que concluirá en las elecciones fijadas para el 5 de abril, pero que desde el 16 de septiembre ha vivido el plazo de presentación de candidaturas. La Constitución impide un tercer mandato de Hamid Karzai y Afganistán deberá elegir al nuevo presidente a quien le tocará liderar el país tras la retirada de la OTAN, que después de trece años pone fin a su misión afgana a finales de 2014.

En un país sin partidos políticos reales y donde apenas hay un debate ideológico entre las distintas formaciones, lo que pesan son los lazos étnicos y tribales y la capacidad para tejer complicidades entre una clase política con un marcado pasado paramilitar por su implicación en la guerra civil que arrasó el país tras la retirada de los soviéticos. Los señores de la guerra que ayudaron a la OTAN a vencer a los talibanes en 2011 quieren conservar su poder tras la retirada del organismo internacional.

Dieciséis candidatos competirán en las urnas el 5 de abril y la mayoría esperó al último momento para acercarse a la Comisión Electoral Independiente. Abdul Rasul Sayyaf presentó su candidatura para «servir a mi país y a mi nación, quiero permanecer junto a los verdaderos servidores de Afganistán», según declaró a la agencia Reuters.

De etnia pastún, uno de los requisitos no escritos para ser presidente de un país donde los pastunes son la mayoría, señor de la guerra y actual miembro del parlamento, desde Occidente se han encendido las alarmas porque se le considera el responsable de dar cobijo a Osama Bin Laden y su red de Al-Qaida en Afganistán a finales de los noventa y de ser el mentor de Khalid Sheikh Muhammad, cerebro de los ataques del 11-S. Es la tarjeta de presentación de este comandante islamista de poblada barba blanca y eterno turbante que podría tener el respaldo de un Karzai, según la prensa afgana, que le vería como el puente necesario con los talibanes para lograr la reconciliación nacional en el nuevo Afganistán.

En el otro extremo de Sayyaf se encuentra el exministro de Exteriores del primer Gobierno de Karzai, Abdulá Abdulá. El líder de la Coalición Nacional de Afganistán tomó parte en los comicios de 2009, pero decidió retirarse antes de la celebración de la segunda vuelta frente a Karzai alegando «falta de limpieza» en el proceso.

Hijo de madre tayika y padre pastún, este oftalmólogo de 49 años, que fue lugarteniente del mítico comandante muyahidín Ahmed Sha Masoud, asesinado por Al-Qaida en 2001, acude a las urnas tras forjar una coalición con los partidos Hizb Islami y Jamiat Islami, lo que le permite presentar como vicepresidentes a Mohamed Khan, exparlamentario, y Mohamed Mohaqeq, señor de la guerra de etnia hazara y peso pesado entre la minoría chií.