'Lost in protocolo'
El código de etiqueta japonés es uno de los más completos y practicados del mundo, como pudo comprobar Rajoy esta semana
MADRID Actualizado: GuardarLa educación social lo es todo en Japón. Cuando un extranjero visita el país asiático se siente casi agobiado al escuchar tantas veces las palabras “arigato gozaimasu”, gracias en japonés. Para los nipones, el buen comportamiento con otras personas no se queda solo en saludar y en agradecer siempre que les sea posible, sino que llega a extremos que resultan sorprendentes para un occidental.
Al interactuar con los japoneses, es probable meter la pata en muchos de los aspectos del código de etiqueta nipón, muy completo pero exigente. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no quedó indemne a esta prueba en su reciente visita al archipiélago asiático. Al presentarse ante el emperador Akihito de Japón en el Palacio Imperial de Tokio cometió dos grandes errores: primero, estrechar la mano al más alto mandatario nipón, cuando es una práctica puramente occidental y desechada por los japoneses, ya que conlleva el contacto físico con la otra persona; segundo, no realizar la reverancia nipona que es obligada al presentarse a una persona y, con más motivo, al emperador de Japón. Rajoy hizo una tentativa de reverencia que quedó en un dubitativo balanceo de cabeza.
El presidente se puede excusar en que el código japonés de comportamiento social es muy extenso y complicado. Va desde el saludo hasta el acto de comer pero ser extranjero no exime de practicarlo correctamente, más si cabe cuando se está en Japón.
La reverencia:
Llamada en japonés 'o-jigi', es una práctica muy importante en el país. La posición idónea al realizarla es con la espalda recta, hay que hacer la inclinación desde la cintura, con ambas manos en los costados (para los hombres) o entrelazadas (para las mujeres), con la mirada hacia abajo y con una duración aproximada de 2 ó 3 segundos. Hay tres tipos de 'o-jigi' que dependen de la situación o del estatus del interlocutor: informal, con una inclinación de 15º o simplemente bajando un poco la cabeza para personas del mismo rango y en situaciones de cotidianidad; formal: de 30º y con la espalda, manos y mirada en posición correcta. Es la que debería de haber usado Mariano Rajoy en su presentación; muy formal: el ángulo de la espalda llega hasta los 45º y se suele usar con personas de muy alto rango o para pedir disculpas. El saludo occidental de dar la mano no se practica en Japón y es muy confuso mezclar las dos presentaciones, como hizo el presidente del Gobierno y otros políticos en anteriores visitas como José Luis Rodríguez Zapatero o Barack Obama. Lo ideal es dar la mano y después hacer la reverencia o viceversa.
Realizar un pago:
En los establecimientos japoneses es normal encontrar una pequeña bandeja al lado de la caja. Esto es porque se considera de mala educación entregar o recibir dinero directamente de las manos. Al pagar, hay que dejar el dinero en la bandeja y recoger el cambio de la misma. Si en el local no existiera dicha bandeja, hay que entregar y recibir el dinero con las dos manos. Esta última acción también se debe repetir a la hora de intercambiar tarjetas de visita o regalos.
En la mesa:
Se considera de buena educación pronunciar la palabra japonesa 'itadakimasu' -'buen provecho'- antes de comenzar la comida. Se puede acompañar juntando las manos en el gesto budista de 'namasté'. Al finalizar, se pueden agradecer las viandas con 'gochisoosama'. Al contrario que en otras culturas, en Japón se permite, e incluso se considera como un buen acto, sorber los fideos del 'ramen' o los 'soba noodles'. En los restaurantes de sushi, el 'nigiri' (bola de arroz con tira de pescado encima) debe mojarse en la salsa de soja de una manera especial. Hay que tomar con los palillos -'hashi'- el pescado y separarlo del arroz, mojarlo por su parte superior en la soja y volver a ponerlo en su sitio original. Se considera de muy mala educación dejar granos de arroz flotando en la salsa de soja, por lo que hay que tener pericia con los 'hashi' para esta acción. Sin embargo, en los 'sushi-bar' no se ve con malos ojos coger el 'nigiri' con las manos para llevárselo a la boca. Las normas de conducta al manejar los palillos son numerosas, como por ejemplo la prohibición de frotarlos, ya que se considera que al hacer esta acción se piensa que son de mala calidad, o clavarlos en el arroz, un gesto que evoca la muerte.
Sentarse:
El 'seiza' es el modo formal japonés de sentarse de rodillas. Las nalgas descansan sobre los talones y el empeine de los pies debe tocar el suelo. Al sentarse en un tatami se considera muy informal hacerlo con las piernas cruzadas y solo se les permite a los ancianos o a los extranjeros. Aún así, estos últimos deben esforzarse en realizar el 'seiza' cuando son invitados a una habitación típica nipona, aunque eso suponga sufrir un dolor indescriptible cuando se le duerman las piernas.
Los honoríficos:
Es costumbre en Japón usar solo los apellidos para nombrar a alguien. Los nombres de pila solo se utilizan con personas muy cercanas o con las que se tenga mucha confianza. Además, los honoríficos que se añaden a los apellidos tienen una gran importancia ya que dan pistas de la relación que se tiene con el nombrado o el estatus del mismo. Al contrario que nuestros 'don' o 'señora', estos honoríficos son sufijos, es decir, se añaden después del apellido. Los más usados son 'san': parecido a 'señor' o 'señora', es el más común; 'kun': para hombres jóvenes o para referirse a los empleados independientemente del género; 'chan': para adolescentes y niños o para indicar cariño; 'senpai': para personas de mayor rango, edad o experiencia; 'sensei': para profesores, médicos, personas con autoridad o artistas; 'sama': más formal que 'san', usado con personas importantes o ancianos.
Estos son solo algunos ejemplos de un compendio extenso sobre el comportamiento social en Japón, que se basa fundamentalmente en el respeto y el agasajo. En su visita, Mariano Rajoy pudo experimentar de primera mano estas dos características. En uno de los actos, un responsable del protocolo nipón le puso una gran rosa roja de plástico en el ojal de la chaqueta. Era el único que llevaría una flor de ese color, para diferenciar su importancia de la de los presentes, que portaban una de color blanco. Al presidente del Gobierno se le olvidó hacer de nuevo una reverencia, aunque fuera una discreta al dirigirse a un empleado gubernamental, en modo de agradecimiento por el presente. Por el contrario, reaccionó sonriendo y haciendo un par de bromas a tenor de las grandes dimensiones de la flor. Una respuesta que de nuevo no pasó desapercibida entre los medios japoneses, acostumbrados al protocolo liviano de los extranjeros.