El niño abusó de las estrellas
El joven Josh Ruggles, de 16 años, se impone en el concurso de triples de la Supercopa a ilustres veteranos como Nocioni y Carroll
Actualizado:Pocas cosas irritan más a los veteranos que un chaval aparezca por sus pachangas y les 'moje la oreja'. Algo parecido les hizo Josh Ruggles a varios de los mejores tiradores de la ACB. El pelirrojo chaval de 16 años se presentó en una de las catedrales del baloncesto español y profanó la honra de siete de los grandes artilleros de la Liga.
Avalado por su extraordinario récord de 135 triples anotados en 147 cinco minutos y por el éxito en Youtube del vídeo que recogía tamaña hazaña, la segunda mejor competición del basket mundial le invitó a su Supercopa como una de las atracciones en el primer torneo del año.
El enjuto aspirante a estrella de 1,86 metros de altura se presentó en el Buesa Arena desde el lejano estado de Illinois, con su cara de niño tímido que nunca ha roto un plato y comenzó a disparar sin compasión.
Apoyado en una técnica muy depurada, adquirida a base de «practicar, practicar y practicar», como reconoció al final del concurso, el imberbe estadounidense había demostrado en las sesiones previas que la fama que precedía a su puntería no era precisamente un cuento. Así, en una de las prácticas previas se marcó ya un 28 puntos de 30 (23 tiros sobre 25).
Pese a reconocer que esta competición era la primera en la que se medía a contrarios de un nivel tan alto y ser el elegido para abrir las eliminatorias del torneo, a Ruggles no le tembló la mano. En la ronda inicial, se merendó a Scott Wood. El prestigio ganado por el jugador del UCAM Murcia en la competición universitaria americana, de nada le sirvió ante el acierto de su compatriota, que sumó 21 puntos por los 14 del sorprendido Wood.
Ya en semifinales, se enfrentó a Andrés Nocioni. Tampoco le intimidó el tener enfrente al argentino, al que seguía en la NBA cuando formaba parte de los Bulls de Chicago, el equipo del que es fanático. Pese al tino del alero del Laboral Kutxa también le batió por un punto (18-17).
Tras cada una de las eliminatorias, Ruggles regresaba a su silla y se escondía entre sus hombros, como intentando desaparecer para no ofender demasiado a los ilustres adversarios doblegados. Pero, como un asesino silencioso, cada vez que se levantaba de su asiento un rival caía en sus manos.
Y llegó la final ante Jaycee Carroll, ese al que la noche anterior había visto dar una lección de tiro desde larga distancia en la semifinal en la que el Real Madrid arrasó al Bilbao Basket.
En lugar de acobardarse, asombró con su mejor actuación. Los 25 puntos obtenidos parecían definitivos, más aún tras ver el mal comienzo del escolta merengue. Pero Carroll se fue calentando a medida que iba pasando de carro a carro y acabó igualando en el último lanzamiento.
Hubo que recurrir a una serie de 30 segundos extra para decidir quién se llevaba los 4.000 euros de premio. En el duelo entre los dos pistoleros disparó primero el novato, y ni en estas situación se le agarrotó la muñeca. Sus 14 puntos superaron los 12 de Carroll y le dieron el triunfo en un Buesa Arena ya rendido al aspirante, que llegó como curioso convidado de piedra y acabó abusando de sus eminentes y veteranos contrincantes.
Ruggles, sin embargo, no podrá cobrar el dinero del premio ya que los jugadores no profesionales estadounidenses no pueden percibir ninguna recompensa monetaria ni donaciones. Tampoco se llevará para Illinois los 1.400 kilos de plátanos con los que el patrocinador del concurso, Plátanos de Canarias, obsequiaba al ganador ya que ha decidido donarlos a un banco de alimentos.