El peor sentido de la política
El testimonio de una técnica imputada en la trama de ‘Bahía Competitiva’ deja claro que el dinero público se despilfarró con tanta irresponsabilidad como arbitraredad
Actualizado:Según avanzan las investigaciones y declaraciones del caso ‘Bahía Competitiva’ resultan más insostenibles las justificaciones de los responsables políticos señalados en este caso. Ayer, durante la declaración de una de las profesionales de la administración pública imputadas por su participación en la concesión de ayudas millonarias quedó claro, según sus palabras, que el dinero se repartía a espuertas no sólo de forma irresponsable, sino también con criterios peregrinos y arbitrarios. Admitió que la opinión «política» es la más importante. Esa palabra, tan denostada ahora, puede tener muchos significados pero el que cobra en este caso es el peor, es el del sectarismo y la impunidad, el de la falta de escrúpulos y los intereses partidistas, localistas e incluso particulares.
La decisión última sobre el destino de decenas de millones dirigidos a propiciar la llegada de necesarias empresas a una provincia asfixiada por el paro estaba sometido al capricho, que no criterio, político, a la presunta componenda para favorecer a una población o a un empresario, jamás a los ciudadanos demandantes de un empleo, necesitados de la recuperación de un tejido industrial enfermo. El tratamiento, carísimo, se derramaba por las alcantarillas hasta llegar a manos –el juicio dirá si avariciosas o delictivas– que nunca favorecían el alivio, que jamás tuvieron como prioridad la distribución de puestos de trabajo y la creación de riqueza. Ese, y no otro, es el mayor reproche que puede hacerse a los responsables políticos de la Diputación de entonces –Antonio Perales y Francisco González Cabaña– que por acción u omisión, por maquinación o incompetencia, por falta de cuidado o de escrúpulos, dejaron que esos millones enviados para ayudar quedaran en nada.