La tragedia incesante de Lampedusa se cobra más de 300 muertos
Una nave de inmigrantes se incendia y se hunde en el mayor desastre de la isla italiana, que vuelve a recordar un drama sin resolver
ROMA.Actualizado:Esta vez ha sido sobrecogedor y ha causado conmoción en Europa porque se ha visto: se cuentan en torno a 300 muertos, 94 cadáveres hallados de momento y más de 200 desaparecidos, al incendiarse, volcar y hundirse una barcaza de inmigrantes africanos frente a la isla italiana de Lampedusa. Pero no es nada nuevo, es muy sabido, sólo que habitualmente no se ve. Ascienden al menos a 25.000 las personas que se ha tragado el Mediterráneo en los últimos veinte años, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cuando intentaban alcanzar las costas europeas. El año pasado fueron 1.700, y 2.000 el anterior. Cada semana llegan a este pequeño islote, más próximo a África que a Italia y que es la principal vía de inmigración ilegal por mar a Europa, cientos de personas en botes de fortuna llenos a rebosar, pero nada se sabe de los que no lo consiguen, desaparecen por el camino.
Esta vez ocurrió muy cerca, a media milla de la costa, e Italia, Europa, han tocado con la mano la inmensa catástrofe humana. Fueron rescatadas 155 personas por los primeros pesqueros que acudieron en su ayuda, pero el resto eran cadáveres. Entre ellos niños y al menos dos mujeres embarazadas. Los submarinistas hallaron la nave a 40 metros de profundidad con un centenar de cuerpos debajo.
Eran eritreos y somalíes escapando de guerras, y también ghaneses, huyendo de la miseria. Zarparon de Libia, del puerto de Misurata, dos días antes. Estaban unos 500 apretados en un barco. El método desesperado que suelen utilizar es navegar hacia Lampedusa, o Sicilia, y rezar para encontrarse con un pesquero o una nave que dé la señal de alarma para que les rescaten. Los supervivientes aseguran que divisaron tres barcos durante el trayecto y no les socorrieron, un aspecto polémico que ayer rechazó el ministro de Interior italiano, Angelino Alfano: «No les han visto, sino habrían intervenido, los italianos tienen un gran corazón, ya hemos auxiliado en estos años 16.000 náufragos». Subrayó que nadie a bordo tenía un móvil para llamar a las autoridades italianas. Es otro sistema habitual, telefonear al acercarse a tierra.
Ahí estaría el origen del incendio, según los supervivientes. «Cuando llegamos cerca de la isla decidimos encender un fuego, incendiando una manta, para hacernos ver, pero el puente estaba lleno de combustible y en unos momentos el barco quedó envuelto en llamas. Muchos nos lanzamos al agua y el barco se desequilibró y volcó», relataron a los medios italianos. Dos pesqueros fueron los primeros en llegar y socorrer a los que pudieron, pero el mar ya estaba lleno de cadáveres. Si algo esperanzador se puede contar es que salvaron a unos 30 niños, entre ellos uno de dos meses, y tres mujeres embarazadas. Pero la tragedia es abrumadora. «No cesan de llegar cadáveres, ya no sabemos dónde meter ni a los muertos ni a los vivos», dijo ayer Giusi Nicoloni, la alcaldesa de Lampedusa, población de apenas 6.000 vecinos. El cementerio ya no tiene sitio.
En el centro de acogida, siempre al borde del colapso en los meses de buen tiempo por los desembarcos constantes, había ayer 1.350 personas. De ellas, 463 habían llegado horas antes, de madrugada, en otro viaje que sí salió bien. A veces alguno de los tripulantes forma parte de los contrabandistas, aunque últimamente entregan la embarcación a su suerte al grupo que zarpa. Ayer, por ejemplo, fue detenido un tunecino, uno de los supervivientes, acusado de ser uno de los organizadores del viaje.
«Es una vergüenza»
En otro alarde de miopía política, muchas de las reacciones oficiales de ayer en Italia se centraban en echar la culpa a las «organizaciones criminales» que montan estos viajes. El Papa, que en un gesto de denuncia hizo su primer viaje como pontífice a Lampedusa en julio, se limitó ayer a decir tres palabras: «Es una vergüenza». Como siempre, mención aparte requiere el partido xenófobo Liga Norte, que culpó de la tragedia a la ministra italiana de Integración, Cecile Kyenge, de origen congolés. La atacan desde el primer día por ser negra y ayer aseguraron que esto ocurre por «difundir sin filtros mensajes de acogida». La receta de la Liga es, entre otras, hundir las pateras a cañonazos.
Lo cierto es que en la frontera italiana nunca se ha visto una política seria ni nacional ni comunitaria. Justo el miércoles el Consejo de Europa publicó un informe que criticaba la política migratoria de Italia, por «errónea y contraproducente» a la hora de controlar la avalancha de embarcaciones. Por su parte, las instituciones italianas siempre han lamentado que la UE les deja solos, como si fuera sólo un problema suyo. Y es cierto que, una vez en Italia, todos los inmigrantes quieren seguir al centro y el norte de Europa.
La cuestión se ha complicado desde la caída de Gadafi, a quien Italia, con Berlusconi, pagaba para que de allí no saliera nadie. La inestabilidad del norte de África la ha agravado. Y aún más la crisis de Siria. Ayer en Siracusa, Sicilia, desembarcaron 117 sirios. En 2013 han llegado al sur de Italia más de 2.800 refugiados sirios, frente a 582 del año anterior. Los que van a Sicilia viajan por Líbano y Jordania hasta Egipto. Quienes llegan a la península zarpan desde Turquía o, a veces, desde Grecia. La frontera entre Turquía y Grecia es en realidad el gran agujero de la UE, pero de eso tampoco habla nadie. Salvo los nazis del partido griego Alba Dorada.