Una deslocalización parcial pero dolorosa
Actualizado: GuardarEl sector industrial de la Bahía de Cádiz ha recibido en los últimos años una cantidad de varapalos de difícil digestión. Desde el aún vigente de Delphi hace ya casi una década hasta la concatenación de otros menores que, sumados, supone una desgracia colectiva igual o mayor. La situación se ha dado en otros puntos de Andalucía o España, es general, pero en esta provincia resulta más doloroso porque su mercado laboral siempre fue extremadamente frágil. Incluso en los años de bonanza registraba tasas de desempleo que habrían puesto los pelos de punta a ciudadanos de otras comunidades autónomas, por no mencionar a los de otros países de Europa. En ese escenario tan delicado, el cierre de cada factoría es un rebrote de una herida profunda e infectada. Mediada la segunda década de siglo, a la industria de la Bahía le quedan dos patas de las que tuvo. Ambas son finas como las de un flamenco: el sector naval y el aeronáutico. El primero está sumido en una crisis internacional vieja y compleja. El segundo está sometido a unos equilibrios de fuerzas que dejan a la Bahía un papel auxiliar. Pero en ambos casos, los empleos y la productividad que crean resultan insustituibles. De ahí que hayan saltado las alarmas cuando ha trascendido que Alestis planea desviar parte de su producción a Vitoria. Es una deslocalización parcial, pequeña, pero simbólica en una tierra hipersensible a este tipo de gestos. Los gaditanos están escarmentados y en cada pequeño movimiento ven una fuga de prosperidad que nunca vuelve. Bien harían los responsables de la compañía en explicarse, incluso en rectificar, y los representantes públicos en tratar de convencerles para que desanden el camino que parecen haber iniciado. Uno más.