«Mis canciones tratan de cambiar la manera de ver el mundo»
El autor gaditano presenta mañana en La Lechera su segundo trabajo discográfico, 'Yo y mi Circus tancia'
CÁDIZ.Actualizado:Aquí, todos, somos funambulistas. Caminamos por una cuerda floja, sin red ni arnés en medio de este circo domado por los políticos. En la lona, Ares, que se busca, inventa y redescubre con un disco autoproducido. 'Yo y mi Circus tancia' se grabó hace poco menos de un año en el Pay Pay con un puñado de amigos colaboradores. Mañana se presenta en la Central Lechera, con la voz y la guitarra del 'cansautor', la percusión de Guillermo McGuill, el contrabajo de Sebastián Moreno, la guitarra de Andy Pérez, los teclados de Sergio Monroy y Elena Jiménez al acordeón, metalófono, clarinete y flauta, además de Manuel Meijome al bango y a la guitarra manouche.
-¿Por qué ha tardado tanto en aparecer su segundo disco, 'Yo y mi Circus tancia'?
-Casi diez años. Han sido muchos los motivos, primero porque tenía que buscar el momento. Estaba ligado contractualmente con una compañía y editorialmente... Tenía un vínculo y eso me echaba para atrás. Quería estar libre para hacer lo que me apeteciera en el momento que me diera la gana. También es cierto que en los últimos años he estado componiendo para otros. Llegó un momento en el que las cosas se pusieron todas en su sitio... Yo tenía una llamita dentro y el empujón de mi mujer y de Paloma, del Pay Pay, fueron claves para mi aventurarme de nuevo.
-¿Podría definir el término 'cansautor'?
-Es una coña, intentamos reírnos de nosotros mismos bueno, intento reírme yo del propio corsé que se nos pone. La gente se pone en guardia cuando dicen que van a escuchar a un cantautor, inmediatamente se le vienen cosas a la cabeza como aburrimiento, cortavenas, me van a contar que la vida es desagradable... Pero, curiosamente, un nivel muy elevado de artistas de este país son cantautores, y van acompañados de una banda. Le he introducido un poco de ironía y cinismo al término, lo que intento conseguir es llevar al público a mi terreno y, poco a poco, van entrando.
-¿Hay mucho pseudo cantautor en España?
-Hay de todo, hay gente que no dice nada. También hay mucho talento por descubrir, pero que por desgracia nadie descubre porque no interesa. Vivimos muy deprisa, la televisión, el reality show y si no estás en internet parece que estás muerto. Uno no puede gustar a todo el mundo, hay mucho talento, mucha competencia. Pero, por desgracia, no están todos los que son. De todas formas, yo creo que el tiempo pone a cada uno en su sitio.
-¿Por qué nació Ares, huía o cerraba una etapa?
-No huyo absolutamente de nada, en todo caso desvinculo. Martínez Ares siempre va a estar en la memoria por muchas historias pero, sobre todo, por el Carnaval. Me parece estupendo, porque se lo debo todo, pero quería desvincularme y hacerle un homenaje al apellido materno. Pensé que era el mejor momento, todo estaba condicionado. Había pasado mucho tiempo, iba a sacar mi segundo disco, había muerto mi madre, tenía ganas de cambiar. Yo necesitaba desvincular, pero no por renegar del Carnaval, era por encontrarme yo como artista, compositor, como cantante. A Martínez Ares le conoce mucha gente, a Ares le tienen aún que descubrir pero a Antonio no le conoce mucha gente.
-Por cierto, ¿se encontró con este disco?
-Yo siempre me he encontrado, siempre sabía que quería hacer esto. Yo verdaderamente estaba persiguiendo un sonido y ese sonido me vino con Andy Pérez y el domador de Medusas, los primeros músicos con los que yo hablé. El concepto del disco, aunque fuera música de autor, era pasarlo por el tamiz del swing, y eso es lo que yo estaba persiguiendo. A partir de ahí hice toda esta obra.
-Si llegara el representante de una multinacional discográfica le diría...
-No lo sé, pero seguro que me sentaría con ellos, siempre lo hago. Ya he estado en un multinacional como Warner y escrito para artistas que están en grandes multinacionales. En absoluto desmerecería un café o una reunión para hablar con ellos, lo único, que es cierto que yo no soy el que era antes, nadie es el que era ayer. Ahora tengo otra manera de pensar.
-Se presentó a la junta directiva de la SGAE en sus tiempos más convulsos. ¿Qué opinión le merece en la actualidad?
-Tiene muy mala fama, y en esa cueva nos meten a todos. En eso no estoy de acuerdo, no todos han metido la mano en la caja, hecho y deshecho lo que le da la gana. Podríamos abrir un debate larguísimo e intensísimo sobre las funciones de la SGAE, pero lo que es cierto es que es una alternativa más. Debería plantearse su papel, reinventarse, reciclarse, vivir más el día a día. Todo está avanzando muy rápido y se le está dando a la gente más opciones para que hagan con sus obras lo que quieran y la SGAE no tiene que ser más que una entidad de gestión. Le pasa como a todo el país. Es una vergüenza que haya gente que pueda hacer y deshacer y no pase absolutamente nada. Lo que no podemos olvidar es que la SGAE trabaja para nosotros y no al revés y a veces a ellos se les olvida.
-Su disco es una propuesta desde el principio pero, ¿para qué canta, desahogo o intenta inculcar un mensaje?
-Yo intento plantear un mensaje absolutamente en todo. Yo digo que son canciones para intentar cambiar la manera de ver el mundo. Hay canciones de amor, otras que reflejan lo que está pasando en nuestra sociedad, sin ser un músico político. Intento hacer pensar y si no tuviera ninguna propuesta que ofrecer no lo haría porque no intento mentir ni engañar a nadie. Yo necesitaba decir algo y reinventarme con cualquier cosa que hago. Es verdad que era una propuesta, y arriesgada. He hecho un disco como quería, más mía no podría ser esta criatura. Es una satisfacción, para nada un desahogo.
-A Cádiz le dedica un tema, dice que aquí se presume de tenerla muy larga, la libertad, pero de hacer poco...
-Cádiz es un dragón dormido. No sé que decir, necesitamos algo, un cambio de todo, de mentalidad. Esta ciudad merece muchas cosas pero también es cierto que no hay nada nuevo bajo el sol. Esto ya nos ha ocurrido siempre, es cíclico, ha vivido momentos dulces y amargos. Cuando nos conviene recurrimos a la historia de la libertad y la Constitución. Pero se nos olvida que aquí hay muchas cosas que ofrecer. Hay mucho arte, pero eso depende también de los que están en el poder. Cádiz necesita otra visión pero, de quién no sabría decir porque no creo en los políticos, sino en las personas.
-¿Nos quejamos más aquí que en otros lugares de España?
-Nosotros tenemos una alternativa a la hora de la queja que es el Carnaval. Es muy complicado lo de esta ciudad, la amamos profundamente pero ahora mismo está en una encrucijada. Yo hablo en esa canción de la apatía, estamos demasiado dormidos, domesticados, pero es cíclico.
-Entonces, ¿saldremos de ésta?
-Sí hombre, hay que ser optimistas; seguro que cambiará el ciclo y será para bien porque tenemos mucho que dar. Lo que pasa es que a veces la prepotencia de los gobernantes hace que no escuchen.