Obama y el Congreso sienten la presión de los ciudadanos
La Casa Blanca convoca a los líderes de ambas cámaras para intentar destrabar la crisis, con la Administración cerrada desde hace dos días
NUEVA YORK.Actualizado:Apenas se han cumplido dos días desde que el Gobierno federal de EE UU cerró todos sus servicios no esenciales y el pueblo estadounidense ya está cansado de oír a sus políticos echarse la culpa unos a otros. «Voy a decirles lo mismo que todos los estadounidenses están pensado», declaró ayer el gobernador demócrata de Kentucky, Steve Beshear: «Dejad de comportaros como un puñado de críos peleándose en la cafetería: actuad como adultos».
Barack Obama ha entendido que su cerrazón a negociar con los republicanos, que se niegan a aprobar financiación alguna para el Gobierno a menos que se suspenda la entrada en vigor de la reforma sanitaria, no le hace ningún favor a su imagen. La irritación que mostró el mandatario el martes, al comparecer por tercera vez en menos de 24 horas, sirvió para alimentar la teoría republicana de que se ha llegado a esta situación porque los demócratas en el poder se niegan a negociar.
El mandatario convocó anoche en la Casa Blanca a los líderes de ambas cámaras para una reunión de la que sólo se esperaba una foto. Todas las fuentes indicaban que la intención de Obama era poner firmes a los líderes republicanos para que llevaran a votación de una vez por todas una ley de continuidad que permita seguir financiando el Gobierno durante seis semanas. Algo que no va a destrabar la actual situación de punto muerto.
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, incluso negó que se tratara de negociaciones, «porque por definición una negociación es dar algo a cambio de algo, y el presidente no pide nada, sólo que mantengan el Gobierno funcionando, que es lo mínimo que pueden hacer».
La postura de la Casa Blanca es que si el portavoz del Congreso y líder de la Cámara baja, John Boehner, sometiera a votación la ley de extensión de presupuestos «todos sabemos que pasaría abrumadoramente», indicó Carney. «Así que haz lo que es democrático: Vota, tómatelo como una victoria y pasa a otra cosa», pidió. Boehner, sin embargo, llamó al líder del Senado, Harry Reid, e insistió en que cualquier ley que ponga a votación debe incluir una cláusula para retrasar o cancelar la reforma sanitaria que llama 'Obamacare'. «Están obsesionados con 'Obamacare'», resumió Reid.
Prueba de que ni el presidente esperaba que la reunión de anoche desatascase la situación es que ha decidido acortar el viaje a Asia que empezará el domingo. El mandatario mantiene su presencia en las cumbres económicas de Indonesia y Brunei, pero ha cancelado las siguientes paradas de Malasia y Filipinas, entre otras cosas porque carece de personal para destinar a esos países a preparar su visita. Como el resto del Gobierno, dos tercios de los casi 1.500 empleados de la Casa Blanca han sido enviados a casa sin trabajo ni sueldo hasta nuevo aviso.
Con todo, había quien tenía puesto sus esperanzas en la reunión de anoche para acabar con la crisis de gobierno. Entre ellos, muchos republicanos moderados que sienten la presión de sus electores. Prueba de que el avance del movimiento del Tea Party ha rebajado el listón de lo que es un moderado es que uno de esos conservadores ansiosos de consenso era el congresista cubanoamericano Mario Díaz Balart. «Lo que deben hacer es bajar la retórica, dejar de echarse cosas en cara y empezar a hablar unos con otros para acabar con esto. La imagen que estamos dando al mundo no puede ser positiva», observó el legislador. «Horrible», corroboró el presentador de la CNN.
La amenaza del día 17
Entre los invitados a la reunión se encontraba el secretario del Tesoro, Jack Lew, epicentro de la próxima crisis económica en apenas dos semanas. El día 17 el Gobierno de EE UU alcanzará el techo de su deuda, que el Congreso tendrá que elevar para que pueda seguir pagando a sus acreedores. Nunca en la historia ha dejado de hacerlo, y esa confianza es la que convierte al país en la economía más fiable a nivel mundial. Pero la sola hipótesis del impago empieza ya a dejarse notar en los mercados.
Para el día 17 sólo quedarán en las arcas del Tesoro 30.000 millones de dólares (22.089 millones de euros). La siguiente pregunta será si EE UU paga a sus acreedores extranjeros o abona los 25.000 millones (18.407 millones de euros) que necesitará la Seguridad Social el 1 de noviembre. Pero para entonces los mercados ya se habrán desplomado y la onda expansiva se habrá sentido en todo el mundo.
Según las encuestas de la cadena CNN, el 51% de los estadounidenses entiende que es más importante elevar el techo de la deuda que derrotar 'Obamacare'. Si eso no ocurre, el 53% culpará a los republicanos del Congreso, frente al 31% que responsabilizará al presidente. El porcentaje, sin embargo, no se mantiene entre los adeptos del Tea Party, que no sólo aplauden el cierre parcial del Gobierno, sino que alientan al líder republicano a retirar permanentemente los fondos a todos los departamentos gubernamentales que odian, desde la Agencia de Protección Medioambiental hasta el Ministerio de Educación.