Paul Naschy murió por una negligencia médica
El urólogo que le trataba deberá indemnizar a su familia por negarse a realizar la biopsia que hubiera detectado el cáncer de próstata que padecía
MADRIDActualizado:Hicieron falta décadas para que recibiera el debido reconocimiento de su país. Ahora la Justicia española ha reparado, al menos en un sentido legal, las confusas circunstancias que rodearon su enfermedad y muerte. Paul Naschy, actor y director de más de un centenar de películas, falleció el 30 de noviembre de 2009 por complicaciones del cáncer de próstata que padecía. Su familia interpuso una demanda a través del Defensor del Paciente al considerar que el urólogo que le trataba “no había realizado todas las pruebas imprescindible” para su diagnóstico.
La sentencia emitida por un juzgado de Madrid les da la razón. El especialista, que responde a las iniciales M. H. K., deberá indemnizar a los descendientes del cineasta con 43.682 euros por por "una pérdida de oportunidad terapéutica" en el tratamiento del cáncer que terminó costándole la vida, a los 75 años.
Naschy se puso en manos del urólogo en 2003. Tres años más tarde comenzó a tener unos niveles analíticos inusuales en su próstata. Inexplicablemente el doctor se negó a hacerle la prueba más lógica: una biopsia. “La próstata es grande, eso es todo”, afirmaba. En 2009 hubo que extirpársela. Pero ya era demasiado tarde. El cuerpo de Naschy estaba asediado por la metástasis. La negativa impidió hallar a tiempo el adenocarcinoma prostático ductal que sufría.
Jacinto Molina, así figuraba en su partida de nacimiento, está considerado un pionero del cine español. Tras proclamarse campeón nacional de halterofilia en 1958, participó como figurante en 'Rey de reyes', rodada en España a las órdenes de Nicholas Ray. La experiencia le cambió la vida. Ahí comenzó una prolífica carrera en el celuloide, volcada en el género de terror, de profusa producción en las décadas de los sesenta y setenta aunque poco reconocidas por la industria española hasta que en 2001 le fue concedida la Medalla de Oro de las Bellas Artes. Sus emblemáticas encarnaciones de los monstruos del cine clásico permanecen en el imaginario de cinéfilos de todo el mundo.