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La desconocida rebeldía del fiel delfín

Abogado católico de 42 años, se le recuerda por crear una ley para hacer inviolable al magnate frente a la Justicia Angelino Alfano Secretario general del Pueblo de la Libertad

R. C.
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«Soy berlusconiano y leal. Pero la lealtad me impone decir que no pueden prevalecer posiciones extremistas ajenas al sentir común de nuestro pueblo». Las cuidadas palabras elegidas el lunes por Angelino Alfano para distanciarse de los radicales del partido de 'Il Cavaliere' que han forzado la crisis de Gobierno italiano actuaron a modo de profecía. La antesala del rostro hasta ahora desconocido que mostró ayer el joven abogado al petir a su partido que no deje caer al Ejecutivo de Enrico Letta. Todo un hecho rompedor para alguien que había seguido con suma obediencia cada paso de Berlusconi y era considerado su hijo político.

Influido por el sentimiento afín a 'Il Cavaliere' que se respira en su Sicilia natal, la región más berlusconiana de Italia, Alfano -nacido el 31 de octubre de 1970- se entregó desde su juventud a las filas del magnate. Por aquella época, 1994, militaba en Forza Italia, el partido llamado ahora a ser refundado para reemplazar al Pueblo de la Libertad.

Hijo de un antiguo político local de la localidad de Agrigento, el actual 'número dos' de Berlusconi' emprendió su trayectoria política una vez culminados sus estudios de Derecho en la Universidad Católica. Su ascenso fue meteórico. En 2001 se convirtió en miembro de la Cámara de Diputados, entre 2005 y 2008 se desempeñó como coordinador regional de Sicilia y ya para mayo de ese año batía un récord al convertirse en el ministro de Justicia más joven de la historia del país.

El camino de Alfano cuenta también con episodios salpicados por la polémica. Cuatro años antes de adherirse en abril de 2013 como viceprimer ministro y titular de Interior en el Gobierno de Letta, alcanzó máxima notoriedad debido al denominado 'lodo Alfano'. El escándalo se produjo cuando, todavía a cargo de la cartera de Justicia, dio vida a una ley que suspendía los juicios contra los cuatro cargos más importantes del Estado: el presidente, los líderes del Congreso y el Senado, y el primer ministro. La norma, hecha a medida para que Berlusconi pudiera esquivar los procesos pendientes, fue declarada inconstitucional.