El primer ministro italiano, Enrico Letta, llega al Palacio del Quirinale para entrevistarse con el presidente de la República. :: ANGELO CARCONI / EFE
MUNDO

El intento de Berlusconi de hundir el Gobierno rompe su propio partido

Sus cinco ministros se desmarcan por primera vez del líder y puede surgir una nueva mayoría que apoye a Letta

ROMA. Actualizado: Guardar
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El evento histórico de ayer fue ver no a uno ni dos, sino a una decena de hombres de Berlusconi, entre ellos sus cinco ministros, alzando la voz para criticar a su líder y llevarle la contraria. Jamás había ocurrido en 20 años de partido de plástico personal. En estas dos décadas cientos de diputados del magnate han tragado sin decir ni pío con todos los desmanes imaginables del líder de la derecha italiana. Pero la gravedad de la situación creada en Italia es tal que ha podido llegar a producirse un fenómeno extraordinario: se ha manifestado por primera vez vida inteligente dentro de su partido, el PDL. Ha sido un efecto impensable de la decisión del 'Cavaliere' de retirar su cinco ministros y hundir la alianza con el PD de centroizquierda en el Gobierno de Enrico Letta. Después de solo cinco meses, en un momento de emergencia económica y únicamente por sus eternos intereses personales, para intentar burlar la Justicia. El PDL se ha roto entre duros y moderados, halcones y palomas, como les llama la prensa.

Berlusconi se ha inclinado del lado de los halcones, los que más le calientan la cabeza, y de hecho anunció su ruptura con Letta tras comer con sus más venenosos representantes. Personajes indescriptibles como Daniela Santanchè, Denis Verdini, Sandro Bondi y su abogado Nicolò Ghedini. Una mezcla de recalcitrantes aduladores y fascistas puros, frente a gente de derechas más moderada, exsocialistas y democristianos. El 'Cavaliere' no consultó ni a la cúpula del partido ni a sus jefes de grupo parlamentario. La otra mitad del partido se ha rebelado, sus cinco ministros han mostrado su total desacuerdo, pese a haber obedecido con su dimisión, y ayer había que leer dos veces algunas declaraciones para creerlas.

Por ejemplo, el mismo número dos del PDL, el secretario general Angelino Alfano, hasta ahora dócil muñeco en manos de su jefe: «La lealtad me impone decir que no pueden prevalecer posiciones extremistas ajenas a nuestra historia». O Fabrizio Cicchitto, jefe del grupo en la Cámara de Diputados, que criticó a los «extremistas» de su partido que «en las ocasiones cruciales hablan con un lenguaje de extrema derecha de inaceptable tonalidad». Otros dos ministros, Beatrice Lorenzin y Gaetano Quagliarello, no ocultaron que piensan incluso en dejar el partido.

Tal vez ni el propio Berlusconi había calculado esto, porque hasta ahora solo ha conocido la sumisión en el debate interno. Una buena parte del PDL se ha puesto contra él y la gran novedad es que no se pueden descartar sorpresas cuando Letta, probablemente el miércoles, se someta a un voto de confianza en el Parlamento para contar sus escaños y comprobar si aún dispone de una mayoría. En la Cámara ya la tiene él solito, pero tras la teórica ruptura del PDL en el Senado le faltan 19 escaños. Quizá podrían salir de las filas de Berlusconi. A esta inesperada situación se agarró ayer el presidente de la República, Giorgio Napolitano, tras reunirse con Letta. Metiendo el dedo en la llaga explicó que las declaraciones «políticamente significativas» de los ministros dimisionarios y «varios exponentes del PDL» determinan «un clima de evidente incertidumbre» y la única manera de aclararse es votar en el Parlamento a ver cuáles son los números.

Línea oficial

Si un grupo de diputados del PDL traiciona la línea oficial para salvar momentáneamente el Ejecutivo la crisis quedaría resuelta y, verdaderamente, sería el mayor fracaso político de Berlusconi. Hasta ahora ha sido el PD de Letta el que ha vivido al borde del abismo por sus divisiones internas, pero de repente es el PDL el que podría colapsar. Lo dice todo del estado de salud de los partidos tradicionales en Italia, ante el ascenso del movimiento de protesta de Beppe Grillo.

Nadie en el PDL hubiera salido en solitario a desobedecer al jefe sin una coordinación previa y está claro que hay un malestar común de fondo que une a un sector importante. En el PD se murmuraba desde hace semanas que no les asustaba un órdago de Berlusconi porque contaban con poder formar una mayoría alternativa. Es decir, ya deben de haber tanteado algo y se ha trabajado secretamente por si se llegaba a este escenario, que era previsible por las continuas amenazas de Berlusconi desde que fue condenado por evasión fiscal en agosto. La tensión se ha acelerado esta última semana porque se acerca la hora de la verdad. En los próximos días una comisión del Senado aprobará la retirada de su escaño, que luego debe ser ratificada a mediados de octubre en el pleno, y hay una mayoría a favor. Antes del 15 de octubre Berlusconi debe decidir si cumple su año de cárcel en arresto domiciliario o en servicios sociales, aunque parece que se habría inclinado por esta última opción.