El presidente de IAG niega trato de favor a BA frente a Iberia ante la crítica de los accionistas
Antonio Vázquez anuncia un plan para relanzar la marca de la aerolínea española sin concretar un programa de inversiones ni un calendario
MADRID. Actualizado: GuardarEl presidente de IAG, y a la sazón máximo responsable de una de sus socias -Iberia-, Antonio Vázquez, intentó calmar ayer los ánimos algo caldeados de buena parte de sus accionistas durante la junta extraordinaria que el 'holding' celebró en Madrid. En medio del debate, animado por las intervenciones de los inversores minoritarios, sostuvo que tanto él como los principales ejecutivos del grupo comparten la «pasión» demostrada por estos respecto a la necesidad de asegurar el futuro económico de la aún aerolínea de bandera e incluso su demandada españolidad.
Aunque en sus últimas intervenciones ante los medios de comunicación fechas atrás Vázquez intentó restar importancia a las críticas sobre la pérdida de peso español dentro del accionariado de Iberia, afirmando que la vocación de la compañía debería ser «claramente internacional», ayer se vio forzado a buscar la complicidad de quienes censuraban el comportamiento de la dirección en IAG en el proceso de ajuste severo de la aerolínea iniciado el 9 de noviembre de 2012. Entonces se anunció la salida de 4.500 empleados vía ERE, casi la cuarta parte de la plantilla, cifra luego reducida a 3.807 despidos y finalmente establecida en 3.141, amén de un ajuste salarial de entre l5% y el 25%.
Las dudas de los minoritarios, que dominaron una junta a la que solo asistieron el 58% de los accionistas, se centraron en el trato de favor que IAG estaría dando a British Airways en detrimento de Iberia, traducido incluso en la segregación de varias filiales de esta última fuera de la aerolínea, aunque dentro de IAG, para soportar financieramente las cuentas del grupo. Vázquez sostuvo que la vocación del mismo era «dar el mismo trato» a sus socios: las dos citadas y el operador de bajo coste, Vueling, cuya adquisición total se completó a principios de verano.
«En absoluto se están vulnerando las salvaguardas de fusión», respondió el presidente del 'holding' ante las críticas que se sucedieron en la última fase de la junta, que también reclamaban que el consejero delegado del grupo, el controvertido Willie Walsh, les diera explicaciones -lo que no llegó a ocurrir-. A este respecto, intentó relativizar la referida españolidad de Iberia, al afirmar que «nunca ha estado garantizar por la presencia de unos accionistas concretos», aludiendo así -aunque sin citarlas- a las salidas de Bankia y El Corte Inglés, que han dejado a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) como único referente nacional claro, con el 2,7% del capital.
Vázquez señaló que las salvaguardas existentes sobre la fusión protegen básicamente tres extremos: que el crecimiento de un socio (British) no sea en detrimento de otro (Iberia), que la base (aeropuerto) de Londres no crezca más que la de Madrid (Barajas) e incluso que los activos de uno no puedan ser perjudicados por los pasivos o compromisos de otros (por ejemplo, el fondo de pensiones de BA que arrastra una deuda multimillonaria).
Nuevo ejecutivo español
Antes de este debate, también caldeado por las protestas de un centenar de trabajadores de Iberia a las puertas de la junta por el «desmantelamiento» de la compañía, una holgada mayoría accionarial respaldó sin incidencias el nombramiento de Enrique Dupuy de Lome como nuevo consejero de IAG y, además, con capacidad ejecutiva, una cualidad de la que sólo disfrutan el citado Walsh, junto a los consejeros delegados de Iberia y British, Luis Gallego y Keith Williams, respectivamente. Su principal función será diseñar la política financiera del grupo, además de gestionar los riesgos que soporta, labores que ya hizo en Iberia entre 1990 y 2011.
Asimismo, la junta dio luz verde a la compra de 98 aviones para renovar las flotas de British y Vueling, con un coste de 12.250 millones de euros. Para Iberia, sin embargo, no hay pedidos en firme; sólo opciones de compra pendientes de confirmar.