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Apuntes

El año que debe durar un siglo

El proyecto del Bicentenario debe perpetuarse como un fondo histórico, turístico y cultural en una ciudad que está en la obligación de convertirlo en bandera

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El encuentro que tuvieron todas las partes de la Comisión del Bicentenario debe tener más de punto de partida que de balance. Por más que sea conveniente repasar lo que fue, lo que pudo ser, lo que se hizo bien y lo que no en el gran año de Cádiz, resulta mucho más rentable para la capital gaditana reflexionar sobre lo que puede hacer a partir de ahora. Porque como todas las fechas señaladas por una conmemoración, por un evento magno, histórico o de cualquier otra naturaleza, parece que una vez deshojado el almanaque en cuestión todo acaba. Pero todas las grandes citas tienen como mayor ventaja el legado que dejan, lo que la ciudad que sirvió de escenario puede tener, lo que no habría tenido sin ese programa de actos. Y aunque en Cádiz las expectativas estuvieron, en algunos casos, por encima de los resultados, la ciudad encuentra ahora un espléndido poso de promoción nacional e internacional que debe servirle para perpetuar un fondo histórico, turístico y cultural que tenga 1812 y 2012 como referentes, como bases, como punto de inicio y no como final o cumbre.

Otras ciudades del mundo se han convertido poco menos que en parques temáticos con excusas mucho más pobre y peregrinas. Cádiz tendrá siempre los equipamientos recuperados y el sello de ser la cuna de la primera Constitución de España, la tercera del mundo.

Con ese aval, bien hicieron los miembros de la Comisión del Bicentenario en decidir continuar su labor, no disolverse y transmitir el mensaje de que empieza otro trabajo, de que nada ha terminado.