Los posibles socios de Merkel se dejan querer
Reticencias del SPD y Los Verdes durante los primeros contactos de la CDU/CSU para formar una coalición
BERLÍN.Actualizado:Hay una máxima en la política alemana que se recuerda en momentos cruciales y que todos respetan como un mandamiento: «Primero el Estado, luego el partido y finalmente la persona». Se aplica en muchas ocasiones, también para explicar una dimisión. Fue el caso de la ministra alemana de Investigación y Ciencia, Annette Schavan, íntima de Angela Merkel, quien echó mano de ese argumento para explicar que cedía a las presiones por el presunto plagio de su tesis doctoral y dejaba su cargo.
Ahora y a la vista de la compleja formación de gobierno a la que se enfrenta la canciller federal tras arrasar en las elecciones legislativas del domingo de la mano de su Unión de conservadores, uno de sus más fieles y prestigiosos ministros, que con seguridad formará parte del nuevo gabinete, la ha aplicado para reclamar responsabilidad y pragmatismo de las formaciones que potencialmente pueden coaligarse con los cristianodemócratas y socialcristianos bávaros (CDU/CSU).
«Todos hemos aprendido que tenemos una responsabilidad frente al Estado», advirtió Wolfgang Schäuble, titular de Finanzas y uno de los pilares del Gobierno de Merkel, en declaraciones televisivas en las que, con la mirada puesta en socialdemócratas (SPD) y verdes sentenció que «primero está el Estado y luego el partido, y no al revés. Esto es válido también para los demás».
La llamada de Schäuble a la conciencia de las dos formaciones todavía en la oposición es un exponente de la complejidad de los sondeos, previos a las negociaciones, del partido ganador con los potenciales socios de un nuevo gobierno. Tanto el SPD como Los Verdes se hacen los remolones. Los primeros, escarmentados por su experiencia de gran coalición en la primera legislatura de Merkel (2005-2009), que les costó una dolorosa pérdida de popularidad y votos, y los segundos porque, tras su fracaso en los comicios, se enfrentan aún a la dimisión en cadena de sus líderes y sus propios problemas les distraen de la posibilidad de acceder de nuevo al poder.
Los socialdemócratas han pedido tiempo de reflexión hasta este viernes, cuando celebran un 'convento' o pequeño congreso de sus principales gremios para decidir qué hacer. Y mientras se espera a esa fecha, surgen voces que muestran la disparidad de opiniones en el partido más viejo de Alemania, que este año celebra su 150 aniversario.
El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, y el líder del grupo parlamentario, Frank Walter Steinmeier, quieren conversar con Merkel y la Unión. El primero fue ministro de Medio Ambiente y el segundo de Exteriores en el primer Gabinete de la líder conservadora, y los tres se conocen muy bien. Eso si, junto al fracasado candidato socialdemócrata Peer Steinbrück, titular a su vez de Finanzas en aquel Consejo de ministros, han dejado bien claro que el precio de una eventual nueva alianza será muy caro.
Otros ponen pegas a los contactos de sondeo. La líder del SPD y jefa del Gobierno de Renania del Norte-Westfalia, Hannelore Kraft, advirtió ayer de que el 90% de los afiliados en el Estado más populoso de Alemania «son contrarios a una gran coalición. No es una vergüenza seguir en la oposición». Hannelore Kraft, la versión socialdemócrata de Merkel y la mejor baza personal del SPD para el futuro, podría encabezar el grupo opositor a una gran coalición en la decisiva reunión del viernes. Su agrupación regional ha suscrito un documento en el que figuran conclusiones como: «el SPD no se ha presentado a las elecciones para proporcionar mayorías que permitan a la CDU mantenerse en el poder».
La dirigente socialdemócrata es además quien coordina la mayoría que el SPD y Los Verdes ostentan en el Bundesrat, la cámara alta alemana, donde esa oposición ha paralizado ya varias veces iniciativas legislativas de los conservadores y amenaza con seguir haciéndolo.
Consecuencias electorales
Gabriel, a quien el partido agradece que haya diseñado una hoja de ruta clara para decidir -sin omitir un solo gremio hasta la celebración de un congreso extraordinario- sobre una posible coalición con la Unión, se juega su futuro con la apuesta por una nueva alianza con Merkel. Su juego es arriesgado, ya que no sólo debe quitar los miedos a sus correligionarios, sino, llegado el caso, imponer a la canciller un máximo de condiciones que favorezcan a su formación.
La segunda alternativa para Merkel, una posible alianza con Los Verdes, se plantea ahora más complicada aún. Su socio permanente, líder de los socialcristianos (CSU) y presidente de Baviera, Horst Seehofer, ya ha manifestado públicamente que esa opción no es válida para los conservadores del Estado Libre. Las diferencias programáticas entre ambas formaciones son demasiado grandes.
Además y tras el fracaso de Los Verdes en las elecciones legislativas, en las que se convirtieron en cuarta y última fuerza parlamentaria por detrás incluso de La Izquierda, ha conducido a una cadena de dimisiones de sus líderes. Tras Claudia Roth, que al día siguiente de los comicios comunicaba que dejaba la copresidencia del partido junto a Cem Özdemir, ayer tiró la toalla como líder parlamentario Jürgen Trittin, uno de los cabezas de lista de Los Verdes. También anunció su dimisión Renate Kühnast, su compañera en el liderazgo de Los Verdes en el Bundestag. Özdemir comunicó, sin embargo, que se presentará a la reelección en el congreso de los ecopacifistas anunciado para este otoño, junto a la segunda cabeza de lista electoral Katrin Göring-Eckard.
Pese a todo, Trittin defiende la toma de contacto entre Los Verdes y la Unión para sondear una posible alianza y no acepta el rechazo de los bávaros. «Sobre las conversaciones de sondeo no decide la CSU», dijo el político ecologista, quien comentó que ese diálogo será protagonizado «por Katrin y yo mismo». No se puede descartar, por tanto y por ahora, una inédita coalición de conservadores y ecologistas.
de octubre es el día en el que deberá constituirse el nuevo parlamento alemán (Bundestag), según la propuesta de su actual presidente, Norbert Lammert, que ha de ser aceptada por los grupos políticos. La fecha agota el plazo legal según el cual el Bundestag debe formarse como muy tarde un mes después de las elecciones. Lammert ha querido dar así todo el tiempo posible para que los partidos se recoloquen en el nuevo panorama salido de los comicios. En Alemania no hay un plazo legal para formar nuevo gobierno después de constituido el parlamento.