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El misterio envuelve la matanza en Kenia
El Ejército acaba cuatro días después con el asalto de Al-Shabab que dejó 72 muertos mientras se mantiene la incógnita sobre los terroristas
Actualizado: GuardarLa expectación originada por la intervención televisada de Uhuru Kenyatta resultó defraudada porque ni siquiera el presidente keniano pudo resolver el misterio en torno al origen de los asaltantes del centro comercial Westgate. El dirigente anunció ayer, a las 18.30, hora local, el esperado fin de las operaciones para recuperar el complejo comercial, tomado por combatientes de la milicia somalí Al-Shabab, y señaló que la toma por los guerrilleros y la posterior reacción de las fuerzas militares habían causado 72 víctimas mortales. El balance de fallecidos incluye 61 civiles, seis miembros de los cuerpos de seguridad y cinco radicales abatidos. Además, el Jefe del Ejecutivo declaró que once presuntos terroristas se hallan detenidos y, aunque se refirió a las sospechas sobre la implicación de una ciudadana británica y dos o tres estadounidenses, no dilucidó las conjeturas sobre su procedencia.
Tres plantas de las cuatro que poseía el 'mall' se desplomaron el lunes y sepultaron cadáveres de atacantes y clientes, lo que dificulta los procedimientos para identificar los cuerpos de los terroristas, explicó Kenyatta. El portavoz gubernamental también indicó que 240 personas resultaron heridas en los tiroteos y que 62 permanecen hospitalizadas. El Westgate, un edificio con numerosos establecimientos, era frecuentado por las elites nativas y la comunidad de expatriados. Entre los fallecidos se encuentran 18 nacionales de Francia, Canadá, Holanda, Australia, Perú, India, Ghana, Sudáfrica y China.
El presidente ha asegurado que las tropas «han humillado y derrotado» a los islamistas, aunque arrecian las críticas por la falta de previsión de las Fuerzas Armadas. La irrupción del comando, sin apenas resistencia, y el prolongado sitio por el Ejército, que ha necesitado cuatro días para recuperar el control de las instalaciones, ha suscitado una intensa controversia en un país con un largo historial de atentados, especialmente dirigidos a objetivos turísticos.
Golpe al turismo
La ocupación del Westgate no supone la primera incursión contra sus espacios de ocio. En 2002, el Hotel Paradise, de propiedad israelí, fue atacado con un coche bomba provocando la muerte de 13 clientes y en 2011, los guerrilleros somalíes atacaron dos resorts de lujo y secuestraron a dos turistas. La posibilidad de una acción contra los grandes centros comerciales de Nairobi era una opción barajada por los servicios secretos kenianos.
La organización radical somalí se atribuyó rápidamente la iniciativa a través de un comunicado enviado a la televisión catarí Al-Yasira en el que también señaló su colaboración con Al-Qaida. Las milicias explican la acción como una respuesta al apoyo que presta Nairobi al Gobierno de Mogadiscio en su lucha contra los fundamentalistas. Hace dos años, las tropas kenianas invadieron el sur de Somalia y, en colaboración con el Ejército etíope, grupos locales y la inteligencia francesa y estadounidense, consiguieron quitar a Al-Shabab el control del puerto de Kismayo, una plaza esencial tanto para el abastecimiento bélico como para la exportación de carbón, principal fuente de divisas para los insurgentes.
El fin del sitio del Westgate ha coincidido con un llamamiento del primer ministro somalí, Abdi Farah Shirdon, para reforzar la cooperación internacional en la lucha contra los radicales. El representante del régimen democrático, presente en el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra, reclamó, además, una mayor cooperación interregional y programas de desarrollo social y económico para combatir la amenaza radical y su capacidad de proselitismo.
Uhuru Kenyatta, por su parte, finalizó también su alocución reclamando apoyo de las potencias para «combatir un fenómeno global». Kenia ha reforzado la seguridad en sus grandes ciudades y puestos fronterizos y su Gobierno ha declarado tres días de luto por el drama del centro comercial.