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Exhibición de misiles durante el desfile militar celebrado el domingo en Teherán para recordar la guerra de ocho años entre Irán e Irak. :: AFP
MUNDO

Rohani pelea contra el fantasma de Ahmadineyad en la ONU

El presidente iraní acude a su primera Asamblea General con la misión de enterrar los polémicos y frenéticos discursos de su predecesor

MIKEL AYESTARAN
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Hasán Rohani afronta su primera Asamblea General de Naciones Unidas con el firme propósito de enterrar para siempre la era de Mahmud Ahmadineyad. El clérigo próximo al reformismo quiere pasar página a ocho años de viajes a Estados Unidos marcados por la polémica y el frenetismo. Tras ganar las elecciones en 2005, un desconocido Ahmadineyad dio el salto de la Alcaldía de Teherán a la presidencia y voló a la ONU para pronunciar su primer discurso. «Oh poderoso Alá, te rezo para acelerar el surgimiento de tu última encarnación, el Prometido, ese ser humano puro y perfecto, el que llenará de justicia y paz este mundo», espetó.

Su primera intervención en un foro internacional terminó con el recuerdo al Imam que inspiró gran parte de su política. Esta última encarnación, el Prometido, es el Mahdi, el duodécimo imam que desapareció cuando era un niño en la ciudad iraquí de Samarra, en el año 941, y al que esperan los chiíes para salvar al mundo. A su regreso a Teherán, Ahmadineyad comenzó a labrar su leyenda particular sobre la «misión divina» que pretendía llevar a cabo durante su mandato. En una confesión grabada en vídeo a un clérigo, el entonces presidente aseguró haber visto al mismísimo Mahdi durante su alocución en el foro internacional, una revelación que le trajo los primeros problemas con la cúpula de un régimen donde hasta su llegada no eran habituales este tipo de declaraciones.

Dos años más tarde, las palabras de Ahmadineyad en la ONU quedaron eclipsadas por el escándalo mediático que levantó su conferencia en la Universidad de Colombia. Tras repetir el mensaje jomeinista sobre la necesidad de «borrar Israel del mapa» para acabar con el origen de todos los males en la región, el dirigente ultraconservador aseguró que las mujeres en su país son «las más libres del mundo» y cuando le preguntaron por la situación de los gais en su país, aseguró que «nosotros no tenemos homosexuales. Nosotros no tenemos de eso».

El controvertido presidente iraní volvió a adquirir notoriedad en 2009 con la aparición en escena por sorpresa de Fordo, una nueva planta de producción de combustible nuclear en la ciudad santa de Qom, a unos cien kilómetros al sur de la capital. Barack Obama destacó «la alarmante muestra de evasión» de Teherán en sus obligaciones con el Organismo Internacional de la Energía Atómica y, como repetía su antecesor en el cargo, George Bush, subrayó que «todas las opciones están sobre la mesa». La república islámica se defendió al decir que pensaban que este lugar era ya conocido, pero Fordo supuso el punto de inflexión que acarreó las sanciones que entraron en vigor en julio de 2012 contra el sistema financiero y el petróleo del régimen, un castigo impuesto de forma coordinada por Estados Unidos y la Unión Europea.

«Picnic» en Nueva York

El último viaje de Ahmadineyad se produjo cuando su situación interna era muy delicada por la falta de sintonía con el Líder Supremo. Esta vez no hubo alusiones al Holocausto, ni referencias a las dudas sobre los atentados del 11-S. Lo que causó malestar fueron los detalles que rodearon a una delegación de más de cien personas. El diputado iraní Mansour Haghighatpour denunció que la mayor parte del cortejo presidencial viajó hasta la Gran Manzana «para hacer pícnic», según recogió la agencia Ilna.

El diario The Guardian, por su parte, reveló que la delegación persa reservó habitaciones en el hotel Warwick, donde el precio por noche es de aproximadamente 1.600 dólares (1.240 euros al cambio). Todo un lujo para un país que debido a las sanciones impuestas ese mismo verano por Bruselas y Washington a su petróleo sufre una grave crisis económica.