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Una extremeña y una catalana reviven el drama en el Westgate

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A María Martí, una cooperante extremeña de 29 años, le cuesta describir el miedo que sintió en el centro comercial Westgate. Apenas llevaba tres meses en Kenia y su presencia en Nairobi era una mera casualidad. Tan sólo se había desplazado a la capital para renovar su visado y esa tarde tenía que tomar el vuelo de vuelta a Turkana, la región en la que participa en un proyecto de cooperación con mujeres. «Nunca había tenido la muerte tan cerca», reconoce al recordar la explosión y el «enorme tiroteo» que se desató cuando comía en un restaurante del edificio.

Martí intentó escapar por la terraza, pero «había gente disparando» y tuvo que regresar al restaurante, donde se ocultó junto a unas 30 personas. Convencida de que aquel era su «último día», la joven envió un 'sms' a su hermano. «Le dije dónde estaba, porque pensé que me iba a quedar allí», asegura. Finalmente, «al cabo de una hora y media o dos», un grupo de no uniformados echó abajo una puerta de emergencia y les condujo al exterior.

El drama vivido no impidió a Martí tomar el avión hacia Turkana. «Me cuesta asimilar lo vivido, pero soy afortunada por contarlo», sostiene. Igual de agradecida se muestra la empresaria catalana Ángela Messeguer que -aunque frecuenta el Westgate con sus hijos- el día del asalto no había acudido. Aun así, el ataque lo vivió de cerca ya que posee una boutique en el edificio. «No sé si queda tienda, pero estando todos vivos...», afirma al explicar que sus empleados fueron rescatados.

Messeguer, de 48 años, informaba por teléfono de la operación del Ejército a sus dos dependientas. «El chico del almacén me llamó y me dijo: 'Ha sido espantoso'. Había subido al aparcamiento y vio cadáveres de niños y mujeres».