El éxito de Merkel tiene un precio
La canciller se enfrenta a una larga negociación para lograr estabilidad de la mano de un SPD que se arriesga a acabar laminado como en 2009
BERLÍN.Actualizado:Los alemanes tendrán que esperar para conocer su nuevo Gobierno. El aplastante triunfo de la Unión de cristianodemócratas y socialcristianos bávaros (CDU-CSU) y su indiscutible líder, Angela Merkel, no sólo aporta satisfacción, sino que ya empieza a cobrarse su precio: un horizonte de largas y arduas negociaciones para dotar de estabilidad al tercer mandato de la canciller. A sólo 5 escaños o un 0,7% de votos estuvo la Unión de lograr la mayoría absoluta y Merkel de emular a su 'abuelo político', el primer canciller y padre de la República Federal Konrad Adenauer; el único que alcanzó esa marca hace casi 55 años.
La 'Mutti' (mami) de los alemanes ha superado las expectativas propias y las de la formación conservadora. Desde los tiempos de gloria de Helmut Kohl, su mentor político, CDU-CDU no superaba la cota del 40%. Merkel ha conseguido además aumentar la ventaja de su partido frente a sus más inmediatos rivales. La distancia entre la Unión y el SPD es hoy de casi 16 puntos, cuando hace cuatro años no llegaba a 10 y hace 8 casi empataban.
La gran popularidad nacional de la canciller la explica el instituto demoscópico Infratest-Dimap con dos sondeos reveladores: el 84% de los alemanes, da igual su color político, considera que representa y defiende los intereses del país de manera muy competente y un 60% estima que Merkel pone los intereses nacionales por encima de los de su propio partido. Un electorado convencido de esas dos premisas produce un resultado impecable.
Ahora bien, descartada la mayoría absoluta y tras las merecidas celebraciones, Merkel y la Unión han puesto los pies en la tierra para enfrentarse a la difícil formación de un nuevo Gabinete. El día después, la canciller descartó tajantemente un Gobierno de minoría, después de la reunión de la cúpula de la CDU en Berlín y de conversar por teléfono con el presidente de la CSU y de Baviera, Horst Seehofer, para analizar los resultadoss.
La canciller se tomará su tiempo para negociar posibles coaliciones. La ley electoral establece que el Bundestag deberá constituirse como tarde 30 días después de las elecciones, en este caso el 22 de octubre. Es casi seguro que será necesario todo ese tiempo para negociar. Ya sucedió en 2009, pese a que la Unión formó su deseada coalición con los liberales. Merkel, que ya tuvo un primer contacto con el presidente del SPD, Sigmar Gabriel, reconoció que habrá que esperar al llamado 'convento' de los socialdemócratas, la asamblea del viernes de los más altos gremios de la formación, para saber hasta dónde está dispuesto a ir el principal partido de la oposición y si consultará a sus afliados sobre la posibilidad de repetir la 'gran coalición' que gobernó entre 2005 y 2009.
«Nada está decidido. Ahora empieza la búsqueda de una coalición para Alemania cuyo resultado es completamente abierto», dijo el presidente del SPD, Sigmar Gabriel, al término de la reunión de la dirección de su partido. Y para confirmar la desgana con la que el centro-izquierda afronta los contactos, su candidato, Peer Steinbrück, añadió que «no se trata de meterse en un embudo en cuya salida se produce automáticamente una gran coalición».
Escarmentados
El líder del grupo socialdemócrata en el Bundestag y ministro de Exteriores en el primer Gobierno de Merkel, Frank Walter Steinmeier, fue más claro aún al subrayar que su partido «quedó escarmentado» con la primera 'gran coalición' hace ocho años. A su término, el SPD perdió 12 puntos en las elecciones y fue castigado con el peor resultado de su historia. Desde entonces sólo ha recuperado poco más de dos puntos hasta el modesto 25,7% actual.
Los socialdemócratas tienen miedo de verse de nuevo canibalizados por Merkel y la Unión. La canciller ha demostrado que es existencialmente peligroso convertirse en el socio menor de su coalición gubernamental. Basta ver lo que ha pasado con los liberales. Aunque la patronal germana, que de momento no tiene motivos para temer a la triunfadora del domingo, ya ha mandado un claro mensaje a los dos bandos: la 'gran coalición' sería una «buena solución».
Las reticencias del SPD a una nueva 'boda' con Merkel han reflotado una segunda alternativa, porque matemáticamente es posible una inédita alianza con Los Verdes, a la que se resisten unos y otros. Con todo, la copresidenta de los ecopacifistas, Claudia Roth, anunció que de llevarse a cabo conversaciones entre su partido y la Unión, su grupo estaría representado por el también copresidente Cem Özdemir y los dos cabezas de lista, Jürgen Trittin y Katrin Göring-Eckard, además de Roth. Existe por tanto la voluntad de explorar la fórmula.
Los Verdes ya no son aquella formación de hipies que accedió por primera vez al Bundestag en 1983 con macetas de girasoles bajo el brazo. Hoy dirigen el Gobierno de Baden-Württemberg, uno de los Estados federados más ricos y conservadores de Alemania, y la Alcaldía de su capital, Stuttgart.
Como no podía ser de otro modo, los resultados tuvieron también sus primeras consecuencias personales. Además de la dimisión del presidente de los liberales, el ya interino vicecanciller y ministro de Economía, Philipp Rösler, que asumió la responsabilidad por la catástrofe del domingo, también los cuatro líderes de Los Verdes comunicaron que ponen sus cargos a disposición de la formación tras la caida de votos.