De 93 diputados a ninguno
El descalabro liberal se lleva por delante a Phillip Rösler, 'número dos' del Gobierno, después de ceder 1,7 millones de votos a la CDU-CSU
BERLÍN. Actualizado: Guardar«Sólo nos faltó colgar carteles electorales con cachorros de perros para enternecer al electorado», comentaba afligido, pero también irritado con sus dirigentes, un afiliado del Partido Liberal a la hora de analizar el desastre histórico de su formación. El FDP es el máximo perdedor de las elecciones del domingo y se queda fuera del Bundestag por primera vez desde la fundación de la República Federal en 1949. La pequeña fuerza bisagra había conseguido formar parte del Gobierno como socio menor durante 46 años, en coalición con la Unión de cristianodemócratas y socialcristianos bávaros o con los socialdemócratas. Ninguna formación política había gobernado tantos años en este país.
Los analistas coinciden en destacar que la derrota puede suponer el fin del Partido Liberal Demócrata Alemán, como reza su nombre completo, aunque conserve representación en unos pocos parlamentos regionales. Su caída se veía venir. Hasta pocas semanas antes de las elecciones, los sondeos hundían al partido en un 3% de intención de voto y su recuperación de última hora fue insuficiente para conseguir los ansiados escaños.
Los alemanes han castigado al FDP por inconsecuente, por no cumplir con sus promesas electorales para la legislatura que acaba de finalizar, su deficiente trabajo como socio de Gobierno y por contar con una cúpula dirigente dividida y que no ha tenido más que luchas intestinas en los últimos cuatro años. Fracasaron por no defender sus principios básicos, por falta de innovación política, por incompetencia como fuerza en el poder y por una clara falta de liderazgo entre sus dirigentes.
La dimisión como presidente de la formación de Philipp Rösler es la consecuencia natural. El vicecanciller federal y titular de Economía ya debe de estar recogiendo su despacho ministerial, mientras su correligionario Guido Westerwelle todavía puede decir adiós a su cargo como ministro de Exteriores con un cierto rumbo en la Asamblea General de la ONU.
Los liberales han sido víctimas además del canibalismo de la canciller Merkel, que se hizo el domingo con 1,7 millones de votos del FDP. Como una mantis religiosa, ha devorado a su compañero para beneficiarse directamente de ese casi 10% de votos que perdió en estos comicios. No es la primera vez que Merkel se come a su socio. Tras su primera legislatura como líder de la 'gran coalición' vampirizó al SPD, que en las elecciones de 2009 obtuvo el peor resultado de su historia.
Refrescar el programa
El FDP ya no es ni la sombra de aquel partido que condujo a Alemania al milagro ecónómico con los cristianodemócratas Konrad Adenauer y Ludwig Erhard, ayudó a diseñar la 'Ostpolitik' y la economía social de mercado con los socialdemócratas Willy Brandt y Helmut Schmidt o culminó la reunificación de Alemania y fue precursor de la UE con Helmut Kohl. Se echan en falta liberales con visión como Walter Scheel o Hans Dietrich Genscher.
Al final, al liberalismo le ha sucedido lo mismo que a Los Verdes con la ecología. El resto de los partidos, pero sobre todo las grandes formaciones, se han apropiado de su ideología. Hasta un amplio sector de la socialdemocracia defiende hoy un liberalismo económico. Gerhard Schröder, Frank Walter Steinmeier y Peer Steinbrück, los tres últimos rivales electorales de Merkel, son claros exponentes.
De 93 diputados tras alcanzar el mejor resultado de su historia hace cuatro años (14,6%) a un bajón catastrófico y cero escaños. Los liberales deben ahora refrescar su programa y renovar su cúpula dirigente.